El supuesto alto el fuego en Gaza, brokered en octubre por Donald Trump, está en serio riesgo tras nuevas ofensivas israelíes. Primero, un “ceasefire” que nunca existió realmente.
Este martes, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, autorizó una serie de ataques aéreos que dejaron más de 100 palestinos muertos, incluyendo 47 niños. Sin embargo, los medios británicos minimizaron la gravedad y presentaron estos ataques como simples “pruebas” o signos de “fragilidad” del alto el fuego, ocultando que la violencia no paró ni un día en Gaza.
En las dos semanas previas al estallido, al menos 94 palestinos murieron y se registraron más de 125 violaciones del alto el fuego por parte de las fuerzas israelíes: disparos directos a civiles, incursiones militares, bombardeos y demoliciones de viviendas. Todo esto fue prácticamente omitido o tergiversado por la BBC, The Guardian y The Times, dejando un relato distorsionado para el público británico.
Por ejemplo, el BBC tituló que “Israel dice que volverá al alto el fuego tras ataques”, sin cuestionar la narrativa israelí de “infraestructura terrorista” pese a las evidencias contradictorias y el coste humano brutal. La Times incluso sostuvo que el alto el fuego “se mantiene” después de un ataque masivo a una escuela que protegía a desplazados palestinos.
La contestación auténtica viene desde Gaza, con periodistas como Sara Awad denunciando: “Sobrevivimos a la guerra, quizá no sobrevivamos al alto el fuego”. La violencia no ha cesado y la población sigue sometida a bloqueos, hambre y ataques constantes.
En paralelo, Israel mantiene un estricto control sobre los cruces, incluido el de Rafah hacia Egipto, bloqueando ayuda humanitaria crítica y la salida de enfermos. Mientras el acuerdo del alto el fuego exigía 600 camiones diarios de ayuda, en tres semanas sólo se permitieron cerca de mil en total. Organizaciones humanitarias califican la crisis alimentaria de “catastrófica”.
El periodismo británico, liderado por empresas públicas y privadas, acumula cada vez más críticas por ocultar u omitir estas realidades. Se acusa a medios dominantes de un sesgo sistemático que blanquea las acciones israelíes, enmascara la ocupación y legitima la represión bajo formalismos y eufemismos.
La llamada “línea amarilla” —la supuesta división de Gaza según el acuerdo— es en realidad una nueva zona de violencia donde palestinos mueren sólo por acercarse. Medios como Sky News reproducen sin cuestionar la versión militar israelí que los describe como “terroristas”, permitiendo que Israel marque su propia versión de los hechos.
En definitiva, la tregua en Gaza es una farsa sostenida por un relato mediatizado en el Reino Unido que maquilla el conflicto y oculta la continuidad de una crisis humanitaria y militar que lleva décadas impactando a la población palestina.
Esta cobertura parcial alimenta una narrativa que diluye las responsabilidades y protege la política de Israel, convirtiendo al sector mediático británico en un actor más de un conflicto que sigue costando vidas.
 
						
									


































 
								
				
				
			 
							 
							 
							 
							 
							 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				