La demolición del antiguo puente Pumarejo en Barranquilla comenzará en 2026 y se hará por fases, anunció la ministra de Transporte, María Fernanda Rojas, tras la orden de cierre emitida por el Tribunal Administrativo del Atlántico esta semana.
El tribunal ordenó clausurar la infraestructura en respuesta a una acción popular presentada por la Personería Distrital, que pide la demolición total o parcial con el argumento de que mantener el puente viejo afecta el propósito del nuevo y la inversión pública.
La obra del puente nuevo costó más de $750 mil millones y la interventoría cerca de $50 mil millones, sumando casi $800 mil millones que, según el personero Miguel Ángel Alzate, no cumplen su función plena mientras el viejo puente siga en pie.
La ministra explicó que la intervención para desmontar la estructura será progresiva y durará cinco años, con una inversión estimada en $146 mil millones. Sin embargo, el vicecontralor Carlos Mario Zuluaga advirtió que aún hacen falta $116 mil millones para finalizar el proyecto y ha urgido a garantizar financiación y coordinación.
El director de la Asociación Portuaria, Lucas Ariza, indicó que la demolición ya está diseñada y solo falta voluntad y recursos. Advirtió que la falta de desmonte limita el desarrollo económico, la navegación fluvial y proyectos industriales en el sur del Atlántico.
Este punto es clave para comerciantes y habitantes locales, quienes todavía dependen del puente. Geraldine Molina, agricultora y vendedora, dijo que sin el puente será difícil transportar sus productos al centro de Barranquilla. William Jiménez, quien trabaja en motocarretilla desde hace 23 años, lo calificó como “más fuerte que el puente nuevo”.
El histórico puente, inaugurado en 1974 por el presidente Misael Pastrana Borrero, fue bautizado inicialmente como Puente Laureano Gómez. Por tradición local, lleva el nombre de Alberto Pumarejo, una figura representativa del Caribe colombiano.
Estudios técnicos realizados por Inviás y expertos en economía circular plantean una demolición controlada con reutilización total del material, una apuesta por minimizar residuos y promover la sostenibilidad. “Confirmamos que el concreto puede ser reutilizado en su totalidad”, señaló la ingeniera Yolima Ruiz Silva, que participó en el proyecto.
Organizaciones gremiales como el Comité Intergremial del Atlántico han presentado diseños detallados; por ejemplo, la fase inicial contempla deconstruir un tramo de 467 metros en algo más de dos años, con costos cercanos a $93 mil millones.
Las autoridades y sectores productivos esperan que esta obra impulse el crecimiento regional y la reactivación económica, al liberar espacio para nuevas actividades portuarias e industriales, además de abrir opciones para el turismo local y la generación de empleo en comunidades aledañas.
Mientras tanto, el viejo puente sigue siendo una arteria vital para las rutas informales y los pequeños comerciantes de barrios como Costa Hermosa y Salamanca, quienes temen un impacto negativo en sus rutinas diarias.
El reto ahora está en cumplir el plazo de 45 días hábiles para comenzar el cerramiento, superar la falta de recursos y coordinar entidades públicas para ejecutar la demolición con respeto por las comunidades y el medio ambiente.


































