Cáceres ha creado un nuevo espacio para la despedida de los seres queridos que rompe con la tradición funeraria habitual. Bajo el nombre de Bosque de la Memoria, se trata de un lugar natural donde las cenizas podrán esparcirse sin la necesidad de lápidas, nichos ni panteones.
En vez de mausoleos de piedra, el proyecto propone dejar una pequeña placa con el nombre bajo árboles y senderos, buscando una conexión con la naturaleza y un adiós sin solemnidad ni frialdad. Aquí, la memoria florece entre robles y musgo, la tierra misma se convierte en el recuerdo.
El bosque ya está terminado y preparado, con diseño paisajístico y accesos listos. Sin embargo, la apertura está en pausa. Falta que el Ayuntamiento de Cáceres apruebe la ordenanza municipal que regule el procedimiento para depositar las cenizas y establezca la tasa correspondiente para el servicio.
Mientras se resuelve el trámite, el Bosque de la Memoria permanece cerrado, esperando la luz verde para empezar a operar.
La iniciativa ha recibido críticas y elogios por igual, pero supone un giro radical en la forma de enfrentarse a la muerte: menos mármol, menos artificios, y más vida entre raíces y tierra. En un mundo acelerado, esta propuesta invita a detenerse y reconciliar la muerte con la naturaleza.
El Ayuntamiento promueve un concepto que puede cambiar la forma en que los cacereños recuerdan a sus fallecidos, sustituyendo el frío y la piedra por un recuerdo que crece y se renueva cada temporada.
Por ahora, el Bosque de la Memoria aguarda, silencioso, al visto bueno final que le permita abrirse al público y ofrecer un espacio único en España para el descanso final.


































