Carlos Manzo, alcalde independiente de Uruapan, Michoacán, fue asesinado esta semana luego de mantener una lucha abierta contra el crimen organizado en la región.
Manzo, conocido por su característico sombrero y su postura frontal contra los grupos criminales, admitió públicamente que vivía con “mucho miedo”, pero nunca claudicó en su compromiso con la seguridad del municipio.
Tenía apenas 40 años y encabezaba un gobierno local marcado por la violencia y presión constante de los delincuentes. En diversas entrevistas, reconoció que la amenaza era real y constante, pero mantuvo su lucha hasta el último día.
Las autoridades no han confirmado aún detalles sobre los responsables ni las circunstancias específicas del ataque. Sin embargo, el homicidio del alcalde refleja la gravedad y alcance de la inseguridad en Michoacán.
Este asesinato suma otro golpe a la ya frágil estabilidad política y social de Uruapan, un municipio donde el crimen organizado impone condiciones cada vez más peligrosas para servidores públicos y ciudadanos comunes.


































