Quince días después del robo en el Louvre, las joyas sustraídas siguen sin aparecer, aunque la investigación sigue activa y con avances. El ministro del Interior y la fiscal de París, Laure Beccuau, se muestran optimistas, pero las piezas permanecen desaparecidas.
Las joyas, en su estado actual, no pueden ser vendidas legalmente y se emitieron alertas en los mercados mundiales de piedras preciosas para intentar localizarlas. La dificultad radica en que esmeraldas, rubíes y zafiros no están grabados ni marcados, lo que imposibilita rastrearlos de forma directa.
“Si una piedra clave de un collar es cortada o modificada, nadie podrá confirmar que era la sustraída del Louvre”, explicó el experto y tasador François Curiel, presidente de Christie’s en Europa. Esto complica la recuperación inmediata y certificar su autenticidad tras la manipulación.
La policía desplegó más de 100 investigadores, interrogó a sospechosos y levantó una alerta entre comerciantes oficiales y del mercado negro para frenar la venta o blanqueo.
El perfil de los detenidos rompe con la imagen inicial de un comando profesional. Uno de ellos, un hombre de 37 años, fue imputado el sábado. Cuenta con 11 condenas previas por delitos que incluyen robos agravados y violencia, pero según la fiscal no pertenece al crimen organizado de alto nivel.
“Se trata de una delincuencia que generalmente no asociamos al espectro alto de la criminalidad organizada”
Laure Beccuau declaró que el sospechoso estaba vinculado desde 2015 con otro miembro del grupo por un caso de robo en París.
Además, la investigación se centra ahora en una mujer de 38 años, pareja de otro sospechoso cuyo ADN se halló en la plataforma de la escena del crimen. Se intenta determinar si ella tuvo contacto directo con el equipo o si su ADN fue transferido indirectamente.
Sigue sin aclararse el paradero del cuarto integrante del grupo ni si hubo un posible cerebro tras el golpe.
Las autoridades exploran todas las vías, incluyendo el mercado paralelo, donde las piedras podrían utilizarse para blanquear dinero o como moneda de cambio en redes criminales.
A pesar de la ausencia de pruebas concretas sobre la ubicación de las joyas, la fiscal y el ministerio insisten en que la investigación avanza y que no se descarta recuperar el botín en los próximos días.
						
									
































