La ofensiva de Donald Trump contra Venezuela ha acentuado las divisiones en América Latina, dejando a los gobiernos sin una respuesta regional coordinada para enfrentar la crisis. Mientras Trump intensifica acciones, incluyendo despliegues militares en el Caribe que dice enfrentar narcotráfico, los países clave adoptan posturas encontradas.
El presidente colombiano Gustavo Petro ha evitado condenar a Nicolás Maduro y mantiene diálogo con Caracas en comercio, seguridad y energía, a la vez que critica abiertamente a Washington. Esta actitud le ha costado sanciones de Estados Unidos y aumenta la tensión entre Bogotá y Washington.
En contraste, Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, mantiene un acercamiento más diplomático con Trump, buscando bajar aranceles sobre productos brasileños y distanciándose de Maduro tras las elecciones venezolanas, que no reconoció por considerarlas fraudulentas.
Según el politólogo Carlos Gustavo Poggio, esta división es parte de la estrategia de Trump para “dividir y conquistar”:
“La fragmentación latinoamericana es central en la estrategia de Trump… Estamos todos por nuestra cuenta.”
Una encuesta de AtlasIntel para Bloomberg muestra que el 39% de latinoamericanos ligados a la región y la diáspora en EE. UU. y Canadá ve a Trump como el líder más comprometido en “llevar la libertad a Venezuela”, superando a Lula (17%) y a Petro (16%). Además, más consultados consideran que una intervención militar estadounidense tendría más éxito para restaurar la democracia que las negociaciones o protestas sociales.
La tensión regional es palpable con otros líderes de izquierda como la mexicana Claudia Sheinbaum y el chileno Gabriel Boric, quienes rechazan una invasión, pero evitan enfrentarse directamente a Washington para no dañar sus vínculos económicos y diplomáticos.
Para Colombia, fronteriza con Venezuela y con millones de refugiados, un conflicto armado sería especialmente devastador, lo que explica la postura crítica y dialogante de Petro, según diplomáticos brasileños. Lula, por su parte, busca mantener un equilibrio entre las dos grandes potencias para evitar un choque total.
Petro prepara una cumbre en Santa Marta con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y la Unión Europea, donde podría poner la crisis venezolana sobre la mesa. Sin embargo, la prueba será lograr una declaración conjunta o medidas concretas en un contexto donde regionalismos y otras crisis, como Ucrania y Gaza, complican la cooperación.
Celso Amorim, principal asesor de Lula, alertó esta semana en París que los conflictos actuales distraen a los países y reducen su capacidad para avanzar en temas claves más allá de la crisis venezolana.
La crisis de Venezuela sigue siendo un campo minado para América Latina, con intereses divergentes y la sombra constante de la presión estadounidense moldeando alianzas y rencillas.
						
									

































