La producción argentina de maíz podría superar las 100 millones de toneladas si se aprovecha todo el potencial tecnológico y productivo disponible, según un análisis reciente.
Con un cultivo que lleva más de 3600 años en Argentina, el maíz se ha convertido en uno de los pilares agrícolas del país. Datos de la Bolsa de Comercio de Rosario revelan que en el último siglo el rendimiento promedio por hectárea creció de 1421 kg en 1923 a más de 7100 kg/ha en la cosecha 2024/25, un aumento de más de cinco veces.
Pero, ese progreso no se refleja con la misma fuerza que en otros países productores como Brasil e India, cuya producción creció casi al doble en las últimas dos décadas comparado con Argentina. Esto se debe en parte a la limitada expansión de superficie cultivada y factores restrictivos como la infraestructura, la macroeconomía y las retenciones.
Además, aunque los ensayos experimentales alcanzan más de 22 toneladas por hectárea, el promedio nacional muestra una brecha productiva de al menos 30%. Esta diferencia se explica por una adopción incompleta de tecnologías y mejores prácticas, incluyendo manejo de precisión y herramientas digitales que optimizan decisiones agrícolas.
La variabilidad climática y las enfermedades, como el virus del achaparramiento del maíz, también afectan la estabilidad de los rendimientos. Sin embargo, los niveles tecnológicos más altos no solo aumentan el techo de producción, sino que funcionan como un seguro ante sequías, excesos de agua y plagas.
Argentina cuenta con la genética mejorada desarrollada por el INTA y una industria semillera avanzada que ha incorporado biotecnología, fertilización moderna y productos de protección. El desafío, dicen expertos, es traducir toda esa innovación en resultados concretos sobre el campo.
Para alcanzar la meta de más de 100 millones de toneladas, es clave una decisión colectiva que apoye la inversión, la expansión de áreas cultivadas y una mayor adopción de tecnología. El maíz sigue siendo un cultivo estratégico para el país y su desarrollo impacta en la economía y la seguridad alimentaria.
En resumen, el maíz argentino ya mostró que puede crecer y mejorar, pero todavía tiene mucho camino por recorrer para maximizar su producción y consolidarse en el mercado global.
						
									































