Gary Rollins, magnate del control de plagas dueño mayoritario de Orkin Exterminating Company, enfrentó una dura batalla legal contra sus propios hijos que intentaron arrebatarle parte de su fortuna millonaria.
La empresa, fundada en 1901 y adquirida por su familia en 1964, se convirtió en un líder global del mercado bajo la dirección de Rollins. Desde que se incorporó en 1967 como técnico hasta llegar a CEO en 2001, impulsó iniciativas como el programa Zero Pest en 1991, que garantizaba respuesta rápida y efectiva contra infestaciones en hoteles y restaurantes de alto nivel.
Con ventas que alcanzaron los $3.1 mil millones en 2023 y más de 2.8 millones de clientes, su patrimonio neto se calcula en $7.6 mil millones gracias al manejo mayoritario de Orkin y filiales.
Pero el éxito corporativo enfrentó un fuerte golpe en 2010 cuando cuatro de sus hijos lo demandaron acusándolo de abuso en la gestión de fideicomisos familiares. Alegaron ocultamiento de información financiera y movimientos irregulares del orden de $150 millones a entidades controladas por administradores vinculados a Rollins.
La disputa llevó a imponer severas medidas de monitoreo, incluyendo investigaciones privadas y pruebas de drogas sobre el magnate, mientras él defendía sus acciones como necesarias para evitar el despilfarro y asegurar que sus herederos llevaran vidas productivas.
El litigio, que involucró miles de páginas de documentación y pasó por tres juzgados distintos, se extendió por nueve años y terminó en 2019 con un acuerdo confidencial que preservó el control familiar sobre la empresa.
A pesar del conflicto, Orkin mantuvo ventas récord y reforzó su enfoque en pesticidas de bajo impacto ambiental. Rollins continúa activo como presidente del consejo, con un imperio que genera márgenes superiores al 20% en más de 400 sucursales distribuídas en América del Norte, Caribe y Asia.
Este caso refleja que, aunque el dinero puede construir imperios, también desata disputas internas que ponen a prueba los lazos familiares y la gestión empresarial.
