El Kremlin advirtió que lo último que querrían ver es municiones fabricadas en Serbia entregadas a Ucrania para usarse contra soldados rusos. Así lo declaró el secretario de prensa de Vladimir Putin, Dmitri Peskov, quien admitió la presión sin precedentes que Occidente ejerce sobre Belgrado y reconoció que la situación no es sencilla para los serbios.
Peskov respondió directamente a las declaraciones del presidente serbio, Aleksandar Vucic, quien no descartó que las armas y municiones fabricadas en Serbia, que produce más que Francia para la Unión Europea, puedan terminar siendo utilizadas en el conflicto en Ucrania.
En junio, el Servicio de Inteligencia Exterior ruso denunció que municiones serbias se enviaban a Ucrania a través de terceros países, desmontadas y armadas después en la República Checa y Bulgaria. Esto apuntaba principalmente a municiones para sistemas de largo alcance.
Durante una entrevista con medios alemanes, Vucic aseguró que Serbia tiene enormes arsenales y está dispuesto a vender armamento a miembros de la Unión Europea, sin negar que estas armas puedan llegar a Ucrania.
El Kremlin, aunque crítico, mostró comprensión hacia la difícil posición que enfrenta Serbia bajo la presión política y económica internacional. El riesgo para Rusia es que su enemigo reciba armas producidas por un país con tradición militar e industrial como Serbia.
Esta tensión se suma a los recientes disturbios en Belgrado, con incendios y disparos frente al Parlamento serbio, un reflejo del clima complicado en la región mientras crece el enfriamiento diplomático.
La cuestión de los armamentos serbios en el conflicto de Ucrania sigue siendo un foco delicado entre Moscú y los países occidentales. Rusia vigila con atención cualquier transferencia que pueda reforzar a Ucrania y complicar la guerra en el este europeo.
































