Donald Trump ha irrumpido en la recta final de las elecciones municipales en Nueva York apoyando públicamente al exgobernador Andrew Cuomo, en un movimiento inesperado que acelera la polarización del electorado local.
Cuomo, una figura política tradicional y controvertida, enfrenta al joven socialista Zohran Mamdani, líder en las encuestas con propuestas como congelar alquileres, gratuidad en guarderías y transporte público gratuito. Estas promesas atraen a los sectores más jóvenes y vulnerables de la ciudad, pero también despiertan temores en amplios sectores del establishment y votantes conservadores.
El respaldo de Trump a Cuomo ha sido interpretado como una estrategia para frenar el avance de Mamdani. El expresidente amenazó con reducir fondos federales a Nueva York si el socialista gana la alcaldía, una advertencia que muchos califican de táctica intimidatoria más que de análisis político riguroso.
“Si Mamdani triunfa, Nueva York se hundirá en el caos económico y social”, sentenció Trump, pintando al socialista como un comunista radical, etiqueta que Mamdani rechaza.
Por su parte, Mamdani insiste en que su programa es una vía hacia la justicia social y la redistribución, no un retorno a modelos socialistas clásicos que, en su opinión, no describen su plan. Su liderazgo refleja un sentir creciente en una ciudad con fuertes desigualdades y un electorado que demanda cambio.
El empresario Elon Musk se ha sumado a las presiones respaldando a Cuomo y promoviendo un giro conservador. Su influencia mediática y financiera añade ruido en una campaña ya marcada por la confrontación entre la vieja guardia demócrata y una propuesta de transformación radical.
El resultado, aún incierto, podría definir si Nueva York apuesta por continuidad y experiencia o sacrifica certezas por un cambio que promete renovar el tejido social y económico de la ciudad. La intervención directa de Trump en esta contienda añade una variable inesperada, revolviendo el tablero electoral a pocos días de la votación.
































