El 5 de noviembre de 1605 estuvo a horas de ocurrir uno de los intentos más graves contra el poder en Inglaterra: un grupo de católicos conspiró para hacer estallar el Parlamento y asesinar al rey Jacobo I.
El plan, conocido luego como la “Conspiración de la Pólvora”, fue encabezado por Robert Catesby, quien juntó a Guy Fawkes, un experto en explosivos con experiencia militar española, y otros aliados. Su objetivo: volar la Cámara de los Lores durante la apertura anual y secuestrar a la princesa Isabel para ponerla en el trono bajo el catolicismo.
La tensión religiosa era enorme. Aunque el Anglicanismo era la religión oficial, miles de católicos ingleses sufrían multas, persecución y encarcelamiento. Jacobo I, que había dado esperanzas de tolerancia por su ascendencia católica, terminó imponiendo medidas duras como expulsar sacerdotes y reimponer sanciones.
El complot se perfeccionó bajo tierra. Thomas Percy alquiló un almacén abandonado bajo el Parlamento que fue llenado con 36 barriles de pólvora, escondidos bajo carbón y leña. Si la bomba hubiera explotado, habría destruido el edificio y matado a todos en un radio de cien metros.
Pero el plan saltó por los aires gracias a una carta anónima que llegó el 26 de octubre al Barón Monteagle, alertándolo de un “golpe terrible” en el Parlamento. La alerta llegó al rey Jacobo I, que ordenó una búsqueda exhaustiva.
La noche del 4 de noviembre encontraron a Guy Fawkes custodiando la pólvora. Se lo arrestó de inmediato y resistió torturas sin delatar a sus cómplices.
Mientras tanto, los conspiradores intentaron huir hacia las Midlands pero fueron rodeados. Hubo muertos y capturas. El 31 de enero de 1606 se juzgó a los sobrevivientes, que fueron condenados a la máxima pena por alta traición: ahorcados, arrastrados y desmembrados.
Fawkes murió saltando del cadalso para evitar una ejecución cruel.
Desde entonces, el 5 de noviembre es recordado con la Ley de Observancia que mandó Jacobo I. Nació la Noche de Guy Fawkes, con hogueras y fuegos artificiales para celebrar que la monarquía sobrevivió a un atentado que pudo cambiar la historia de Inglaterra.
Con el paso de los siglos, Guy Fawkes pasó de villano a símbolo de resistencia contra la autoridad opresora. Su máscara inspiró desde cómics hasta movimientos como Anonymous. Lo que fue un plan criminal se convirtió en icono de rebelión.


































