La COP30 comenzó hoy en Belem, Brasil, con el metano en el centro del debate climático. Este gas, 80 veces más potente que el CO2 en términos de calentamiento global a corto plazo, es responsable de un tercio del calentamiento actual y preocupa por su aumento constante desde 1980.
Las concentraciones de metano alcanzaron un récord en 2024 con 1.942 partes por billón, un aumento del 266% respecto a la era preindustrial. A diferencia del CO2, que permanece siglos en la atmósfera, el metano actúa rápido pero dura apenas 20 años.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUE) insiste en que reducir las emisiones de metano tendría un impacto tangible en menos de una década y podría evitar un calentamiento adicional de cerca de 0,3°C para 2045 si se baja un 45% en diez años.
Durante el Foro para la Paz en París el 29 de octubre, el presidente francés Emmanuel Macron y la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, calificaron la reducción del metano como un “combate esencial” en la lucha climática.
El metano proviene principalmente de tres sectores clave —más del 90% de las emisiones humanas—: agricultura, extracción y distribución de gas y petróleo, y minería del carbón. En agricultura, la cría de ganado y el cultivo de arroz son responsables de emisiones significativas. Para frenar esto, expertos como James Lomax del PNUE proponen cambiar hábitos alimenticios hacia dietas más vegetales y mejorar la gestión del estiércol para capturar metano y generar biogás.
En el sector energético, captar fugas de gas y usar el metano capturado son estrategias para reducir emisiones hasta en un 65%. En arrozales, técnicas de riego alternando entre mojado y seco podrían cortar a la mitad las emisiones. Estas soluciones representan esfuerzos concretos y urgentes que la COP30 espera impulsar.
El compromiso ya existe: en 2021, el Global Methane Pledge lanzado por Estados Unidos y la Unión Europea fijó la meta de reducir en al menos un 30% las emisiones globales para 2030 respecto a 2020. Si se cumple, el impacto climático sería notable, frenando el calentamiento en más de 0,2°C para 2050.
Con este panorama, la COP30 toma un rol fundamental para discutir y concretar acciones sobre el metano, un gas que, aunque menos persistente que el CO2, puede provocar resultados climáticos rápidos y decisivos si se actúa de inmediato.

































