El 15% de los trabajadores asalariados en Argentina sufre inseguridad alimentaria, según un informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA). La cifra aumenta al 25% entre trabajadores informales y cuentapropistas, un indicador claro de la precariedad laboral que atraviesa el país.
El estudio alerta que tener un empleo ya no garantiza acceso a una alimentación adecuada. La inseguridad alimentaria está muy ligada a la falta de aportes a la seguridad social: los que no tienen contribuciones sufren niveles mucho más altos. Los bajos ingresos, la deuda y la informalidad golpean con fuerza.
El informe se basa en datos de ciudades argentinas de más de 80.000 habitantes. Revela además que la brecha educativa marca diferencias alarmantes: el 34% de los trabajadores con secundaria incompleta enfrenta inseguridad alimentaria, contra solo el 4,6% con estudios universitarios. Los hogares pobres llegan al 38,6%, mientras que en no pobres el porcentaje es de 6,8%.
En el Conurbano Bonaerense, uno de los focos más sensibles, el 18,9% de asalariados vive con hambre, frente al 14,8% en el interior y 7,1% en Capital Federal. Las mujeres registradas son también más afectadas con un 8,5% contra 6,6% de los varones. La afiliación sindical aparece como un factor protector, ya que el 7,7% de afiliados tiene inseguridad alimentaria frente al 10,7% de no afiliados.
El informe se da en el contexto de un gobierno que, animado por los resultados electorales, busca acelerar reformas laborales que flexibilicen el mercado de trabajo. Desde la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se recuerda que una alimentación adecuada es fundamental para condiciones dignas, salud y productividad.
La situación es más grave si se considera que, según datos de la Universidad de Buenos Aires, casi la mitad de los argentinos se endeuda para comprar alimentos. La Facultad de Económicas informó que el 45% de las compras en supermercados se financian con tarjeta de crédito, mientras los salarios y el consumo siguen en caída.
El país enfrenta una crisis estructural que no solo afecta el empleo, sino también la capacidad básica de millones para alimentarse dignamente.


































