La Unión Europea logró esta semana un acuerdo crucial en plena madrugada para definir un paquete conjunto de medidas climáticas que presentará en la COP30, que arranca la próxima semana en Belém, Brasil.
Los 27 Estados miembros pactaron compromisos vinculantes para reducir las emisiones de CO2 hacia 2035, en línea con las metas del Acuerdo de París y su propia legislación interna. El consenso se alcanzó tras superar fuertes tensiones y posturas divergentes sobre la magnitud del esfuerzo esperado.
Una pieza clave del acuerdo es la autorización para comprar créditos de carbono en el mercado internacional, una maniobra que alivia parte de la presión para la reducción estricta directa en Europa. Este recurso era motivo de debate, pero se impuso la necesidad de equilibrar ambición y viabilidad política.
La decisión europea llega cuando crece la radicalización de la derecha y los populismos que cuestionan la urgencia de la transición verde y atacan abiertamente las energías renovables, promoviendo discursos que amenazan el consenso logrado.
Además, la guerra comercial entre EE.UU. y China complica la estabilidad de sectores económicos clave, una tensión global que pone en riesgo la ejecución plena de las políticas climáticas europeas. La eliminación definitiva del motor térmico para 2035 será uno de los próximos frentes de disputa interna.
El lugar elegido para la COP30, Belém, en la Amazonía brasileña, simboliza las contradicciones del momento. Brasil prometió proteger el pulmón verde del planeta, pero sigue promoviendo la explotación petrolera en el delta del Amazonas, un choque que Alemania, Francia y otros socios seguirán de cerca.
Con este escenario, Europa tiene la oportunidad de ponerse al frente de un compromiso climático global, pero para ello deberá superar la fragmentación política y seguir firme frente a las presiones nacionales y externas.
La cuenta regresiva hacia la neutralidad carbono en 2050 se complica por dentro y por fuera, pero el pacto europeo marca un paso adelante tangible antes de que comiencen las negociaciones de la COP30 en la selva amazónica.


































