La productividad tóxica se dispara en Francia con el auge del teletrabajo y pone en peligro la salud mental de miles de empleados. Según el reporte Asana 2022, un 37% de los trabajadores en teletrabajo no sabe cuándo empieza o termina su jornada. Esta confusión lleva a que el 38% revise correos fuera del horario laboral y el 35% piense constantemente en tareas pendientes.
Este fenómeno, que se intensificó tras la crisis del COVID-19, obliga a muchos a demostrar que rinden igual o más que desde la oficina. El resultado es un círculo vicioso de presión y estrés que puede conducir al burnout, alertan expertos.
Simone Milasas, coach de negocios, explica a Huffington Post que esta necesidad constante de estar activo genera una autoevaluación implacable y desgaste emocional:
“La productividad tóxica nos hace sentir fracasados si no hacemos algo constante, juzgándonos por lo que no avanzamos en lugar de lo logrado.”
El principal antídoto, según especialistas, es la buena organización. La técnica de la matriz de Eisenhower, que jerarquiza tareas según su urgencia e importancia, ayuda a despejar la mente y clarificar prioridades. También es clave tomar descansos regulares, de 10 a 15 minutos, para recargar energía y mantener la concentración.
Esta planificación no solo mejora la productividad sino que protege la vida personal. Mantener horarios claros y desconectar realmente fuera del trabajo es vital. Pasar tiempo de calidad con la familia y dedicar momentos a hobbies son terapias recomendadas para frenar el agotamiento.
Expertos insisten en que la productividad no es sinónimo de estar ocupado todo el tiempo. Parar para respirar es necesario para la salud mental y, paradójicamente, para ser más eficiente en lo que queda por hacer.


































