En plena era de la producción en serie y la importación masiva, Tapigrama Sofás emerge como un ejemplo claro de resistencia. Desde su fábrica en Cadrete, Zaragoza, esta empresa familiar se mantiene fiel a un modelo basado en la producción artesanal y la proximidad con el cliente.
Tapigrama ha construido su reputación en tres pilares: la calidad artesanal, un servicio cercano y una conexión fuerte con su tierra, el corazón de Aragón. Mientras el mercado se llena de productos uniformados y fabricados en masa, ellos eligen la atención personalizada y el detalle en cada sofá como su valor diferencial.
La apuesta por lo local y artesanal no es solo un mensaje de marketing. En un entorno donde la estandarización domina el sector del mueble, Tapigrama apuesta por un confort diferente, hecho a mano y adaptado a las necesidades del consumidor español que busca durabilidad y exclusividad.
Aunque las cifras concretas de producción y ventas no se han hecho públicas, su trayectoria y la estabilidad de la empresa familiar reflejan que esta fórmula rentable y sostenible está funcionando, incluso frente a las grandes multinacionales y las importaciones low cost.
Tapigrama ejemplifica cómo las pequeñas industrias con arraigo pueden sobrevivir y destacar en un mercado saturado, al aprovechar la identidad regional y ofrecer un producto que va más allá del simple mobiliario.


































