La Cámara de Diputados aprobó el Presupuesto de Egresos de la Federación 2026 con una fuerte apuesta a la militarización y recortes en áreas vitales como salud y educación.
Las fuerzas armadas recibirán 236 mil millones de pesos, cifra que supera con creces los 35.9 mil millones que destinarán a las policías locales. Esta disparidad marca un récord en la concentración del gasto público hacia el ejército, a costa de la seguridad ciudadana directa y la autonomía estatal. El federalismo, establecido en la Constitución, sigue debilitándose bajo esta lógica centralizadora.
En salud, el presupuesto no solo resulta insuficiente, sino que impulsa una privatización de facto. Los mexicanos ya gastan 150% más en atención médica que hace dos años por la falta de servicios públicos adecuados. Hospitales y clínicas están en condiciones críticas y el gobierno no asignó ni un peso para tratamientos gratuitos de cáncer infantil, dejando a miles de familias sin acceso a la atención.
La educación pública tampoco queda fuera. Universidades como la UNAM y el IPN enfrentan recortes presupuestales en un contexto donde casi medio millón de jóvenes son rechazados anualmente por falta de cupo. No hay un plan claro para la educación privada ni programas sustanciales que compensen este retroceso.
Las mujeres y sectores vulnerables vuelven a quedar fuera en el presupuesto. No hay recursos suficientes para cuidados, becas ni pensiones universales, lo que contradice el discurso progresista del gobierno actual.
En resumen, el presupuesto aprobado queda lejos de ser progresista o racional. Refuerza la militarización mientras recorta inversión en salud, educación y apoyo social, lo que para muchos expertos representa un fracaso para el bienestar general y la cohesión social en México.


































