La economía argentina enfrenta un nuevo golpe: la fuerte suba de la tasa de interés en la segunda mitad del 2025 está arrastrando a la actividad industrial hacia una nueva desaceleración. Según datos recabados por el INDEC y analizados por LP Consulting, la demanda en el sector manufacturero crece en pesimismo y las expectativas de caída aumentan para el último trimestre del año.
El porcentaje de empresas industriales que prevén una disminución en su demanda volvió a subir en octubre de 2025, un signo claro de que la recuperación observada desde mediados de 2024 se está revirtiendo. La producción industrial, que llegó a crecer positivamente durante buena parte de 2025, mostró en agosto una caída preocupante que anticipa un mal cierre de año.
Un factor determinante es la tasa de interés para capital de trabajo, que escaló a niveles de triple dígito anual efectivos tras los desarreglos en las políticas monetaria, cambiaria y financiera. Esta presión crediticia dificulta que las empresas mantengan la compra de insumos y sostengan su producción, según el análisis de LP Consulting. Mientras tanto, ni siquiera la alta tasa logra frenar la demanda de dólar ahorro.
Desde la liberación del cepo para personas físicas en abril, la compra de dólares salvó las constantes restricciones cambiarias. En septiembre, el Banco Central recibió USD 7.000 millones por liquidación de exportaciones agropecuarias, pero por homebanking la gente retiró USD 7.800 millones, vaciando así esos ingresos de divisas al ahorrar en moneda extranjera.
El gobierno, que tiende a minimizar el peso del sector industrial en la economía, enfrenta la realidad de que sin una industria manufacturera fuerte no habrá recuperación robusta. Sectores como energía, minería o servicios pueden crecer, pero el motor productivo se traba si no hay acceso a crédito barato y condiciones financieras que incentiven la actividad.
El tipo de cambio real y la presión impositiva se mantienen relativamente estables, pero la tasa de interés que supera largamente la inflación es el talón de Aquiles para la competitividad coyuntural del sector. Los expertos advierten que mantener esta política monetaria restrictiva es un “tiro en el pie” para la producción nacional y no resuelve la presión cambiaria.
Con la economía industrial en retroceso y los hogares volcados a comprar dólares, la clave estará en revisar la política financiera para bajar la tasa de interés sin perder el control inflacionario ni cambiario, una tarea compleja pero necesaria si se busca un rumbo sostenible para 2026.


































