La Justicia decretó la quiebra de Alimentos Refrigerados SA (Arsa), la empresa que producía yogures, flanes y postres de la marca SanCor. El fallo estuvo a cargo del juez Federico Güerri, titular del Juzgado Comercial 29, y ordena la liquidación final de la compañía y el cierre de sus instalaciones.
Arsa, que hasta 2022 fue gestionada por el grupo Vicentin tras comprarla en 2016 a la cooperativa SanCor por US$ 100 millones, estaba actualmente bajo la administración del grupo venezolano Maralac. La compañía producía las marcas Shimy, Sancorito, Sublime, Flanes Caseros SanCor, Vida, Yogs y Primeros Sabores.
La quiebra deja a más de 400 empleados en situación incierta. En la planta bonaerense de Arenaza, en Lincoln, trabajan 180 personas; y en la fábrica y centro de distribución de Monte Cristo hay otras 200. La red logística conectaba a 165 distribuidores con unos 70.000 comercios en todo el país.
El proceso se aceleró tras un concurso fallido abierto en abril de este año. Varios fondos y grupos empresariales —incluidos Inverlat, Werthein y CarVal— mostraron interés, pero ninguno presentó una oferta concreta para salvar la empresa ni mantener la producción.
Arsa justificó su concurso con una combinación de caída del consumo, inflación que encareció materias primas y mano de obra, y políticas de control de precios vigentes en el gobierno anterior. Durante el proceso judicial, el sindicato Atilra denunció incumplimientos de salarios y aportes sociales.
“En los meses finales apenas se abonó un cuarto del salario y en efectivo, pese a jornadas completas de trabajo”, señalaron fuentes sindicales. Destacaron además tres años y medio sin aportes a la obra social y reclamos reiterados sin respuestas.
El momento clave fue en mayo, cuando la empresa anunció una pausa transitoria para reorganizarse. La actividad nunca se reanudó ni se pagaron deudas pendientes, lo que precipitó la quiebra.
Arsa fue durante años considerado uno de los activos más importantes de la cooperativa SanCor hasta su cesión en 2016. La decisión judicial marca el final de una compañía con historia en el sector lácteo argentino, afectando a cientos de empleados y una extensa red comercial.


































