Una nueva estrategia en la búsqueda de vida extraterrestre se basa en detectar contaminación industrial en atmósferas de exoplanetas. Esta pista, llamada tecnofirma, podría indicar la presencia de una civilización avanzada. Científicos de todo el mundo apuntan al análisis de gases sintéticos, como los clorofluorocarbonos (CFC), como indicadores claros de actividad tecnológica.
El ejemplo más cercano a observar es la Tierra desde otra estrella similar al Sol, ubicada a casi 41 años luz, donde una civilización podría identificar nuestra contaminación atmosférica en el planeta Tierra. Esta hipótesis también funciona a la inversa: nosotros podemos buscar señales similares en mundos como TRAPPIST-1e, un planeta rocoso donde podría existir vida.
Hasta ahora, la búsqueda SETI tradicional, basada en escuchar señales de radio, no ha dado resultados tras seis décadas de intentos. Pero avances recientes han hecho que la identificación de tecnofirmas atmosféricas sea posible, especialmente gracias al telescopio espacial James Webb (JWST), que puede detectar gases como los CFC a concentraciones 10 veces superiores a las terrestres en menos de dos días de observación.
El físico atmosférico español Gonzalo González Abad destaca la relevancia de nuevas técnicas para analizar atmósferas planetarias y la reciente financiación de la NASA para proyectos de tecnofirmas. En paralelo, los estudios incorporan otros gases industriales como el dióxido de nitrógeno (NO2), que en la Tierra proviene mayoritariamente de la actividad humana. Detectar NO2 en planetas cercanos a 30 años luz podría ser posible con futuros telescopios de la NASA tras 400 horas de observación.
Pero la búsqueda no está exenta de retos: el NO2 puede originarse por causas naturales como volcanes o rayos, y las condiciones atmosféricas pueden dificultar la detección. Pese a ello, los expertos insisten en que estos gases pueden ser un punto clave para descubrir una technofirma convincente.
El astrofísico Adam Frank, de la Universidad de Rochester, subraya que esta nueva vía abre la posibilidad de responder a la pregunta de hace siglos: “¿Estamos solos en el universo?”. También advierte que no todas las civilizaciones contaminan como nosotros, planteando la posibilidad de sociedades más avanzadas que evitan o superan esta fase.
En 2018, la NASA organizó un simposio que consolidó el campo de las tecnofirmas, impulsando iniciativas como Categorizar Tecnofirmas Atmosféricas (CATS), cuyo objetivo es catalogar potenciales señales de civilizaciones tecnológicas en exoplanetas. Para los contaminantes como los CFC, el proyecto europeo LIFE (Large Interferometer for Exoplanets) está diseñado para complementarlo, mientras que el prometedor Habitable Worlds Observatory, previsto para la década de 2040, podrá detectar contaminación lumínica o gases industriales en planetas habitables.
El debate persiste sobre si buscar contaminación humana como modelo es demasiado antropocéntrico, ya que no todas las civilizaciones harían lo mismo. Gonzalo González Abad especula incluso que una sociedad alienígena podría concluir que la vida humana es dominante pero poco inteligente debido a nuestra huella contaminante.
Esta línea de investigación crece y gana fuerza con el apoyo científico y financiero, colocando ahora la detección de contaminación atmosférica como una de las mejores esperanzas para encontrar vida inteligente fuera del sistema solar.


































