Hace 50 años Chantal Akerman estrenó Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles, una película de tres horas y veinte minutos que cambió para siempre la mirada sobre el cine hecho por mujeres.
Con bajo presupuesto y una estructura casi documental, la obra fue calificada en 2022 por la revista Sight and Sound del British Film Institute como la mejor película de todos los tiempos. Le Monde destacó que aquel estreno en 1975 fue “la primera obra maestra de lo femenino en la historia del cine”.
El film muestra el tedio y la rutina de una madre, ama de casa y prostituta en Bruselas, con planos fijos y una narrativa sin movimiento de cámara. Akerman expone sin adornos la cotidianidad femenina y la explotación del cuerpo en una sociedad que obliga a las mujeres a roles limitados. El tiempo con sus clientes coincide con lo que tardan en cocinarse las papas, insiste la directora.
Pero este aniversario también vuelve a poner en discusión la histórica ausencia femenina tras cámaras: en 130 años de cine, las directoras siempre fueron la excepción. Estudios como la BBC revelan que en las encuestas a la crítica mundial las cintas dirigidas por mujeres representan una minoría. Entre las 100 mejores comedias de 2017 solo hubo cuatro directoras y, en las mejores 100 películas del siglo XXI, apenas doce.
El test de Bechdel, creado en 1985 para medir la presencia femenina en guiones, expone también que muchas películas emblemáticas no superan requisitos básicos: dos mujeres con nombre que hablen entre sí sin mencionar un hombre. Ni “El Padrino”, ni “Volver al futuro” ni “La Guerra de las Galaxias” lo logran.
La pionera olvidada es Alice Guy-Blaché, que en 1896 hizo la primera película de ficción y de temática femenina: El hada de los repollos, disponible hoy en YouTube. También cuestionó roles de género en su comedia feminista de 1906 Los resultados del feminismo. Fundadora de una productora en EE.UU., rodó más de 1000 películas antes de caer en el olvido y morir en anonimato en 1968.
Otra figura clave fue Germaine Dulac, pionera del cine surrealista francés con títulos fundamentales para la historia del cine en las décadas siguientes.
En los años 60, con la Nueva Ola francesa, llega Agnès Varda y su Cléo de 5 a 7 (1962), que pasó el test de Bechdel y mostró una mirada más existencialista y feminista. Varda, Akerman y otras directoras como Liliana Cavani, Lina Wertmüller y Marguerite Duras fueron renovando el género.
En los 90, directoras como Jane Campion continuaron problematizando el rol femenino en sociedades patriarcales con obras como El piano (1993), mientras que actualmente nombres como Claire Denis, Sofía Coppola, Lucrecia Martel y Céline Sciamma destacan en el cine mundial.
La historia de Akerman y sus predecesoras muestra que la invisibilización de la mujer en el cine no es casual, pero los últimos 50 años prueban que la lucha por contar la mirada femenina en primera persona avanza pese al sistema.


































