Budva rindió homenaje este 8 de noviembre a los liberadores serbios que entraron a la ciudad hace más de un siglo, en 1918, cuando el ejército serbio puso fin al dominio austrohúngaro. El presidente municipal, Nikola Jovanović, encabezó la ceremonia con la colocación de una ofrenda floral en una placa conmemorativa ubicada en las murallas del casco antiguo.
La placa, instalada originalmente en 1931 por las autoridades locales, honra “a la valiente y victoriosa Srpska vojska” y marca la fecha oficial de liberación, el día de Mitrovdan. Sin embargo, Jovanović reconoció que esta placa ha generado tensiones políticas y divisiones entre la población a lo largo de los años.
“Esta placa no debe dividir, sino unir, como lo hicieron los voluntarios de diversas regiones que juntaron al pueblo para traer libertad”, explicó el alcalde. “La libertad, la paz y la unidad son valores que debemos preservar siempre”.
La historia de la placa es símbolo de controversias históricas y políticas. En 1941, durante la ocupación italiana y el levantamiento popular, hubo un intento de retirada que fue evitado por la intervención del entonces alcalde Luketić. También es objeto de debate sobre su relevancia cultural e histórica, ya que está tallada justo encima del emblemático león veneciano que decora la muralla.
A pesar de las polémicas, Jovanović enfatizó el carácter simbólico de la ceremonia y felicitó a todos los que celebraron Mitrovdan, destacando el espíritu de reconciliación y la tradición libertaria de Budva.
El evento prosiguió con una liturgia en la iglesia Sveta Trojica del casco antiguo. La delegación municipal estuvo liderada por Jovanović, sin la presencia del presidente de la Asamblea Municipal Petar Odžić, lo que no pasó desapercibido en el contexto local.
El legado de la liberación de Budva sigue siendo un tema sensible en Montenegro, reflejando las complejas identidades y memorias que conviven en la región. La placa en las murallas sigue siendo un recordatorio vivo tanto de victorias pasadas como de debates presentes.
