Mathis, un joven de 19 años, murió el 1 de noviembre en Lille tras ser atropellado por un conductor que había consumido protoxyde de azote. Sus padres, Laetitia y Emmanuel, reclaman desde entonces una ley clara que prohíba específicamente conducir bajo los efectos de esta sustancia, conocida comúnmente como “gas hilarante”.
El accidente ocurrió a las 4:48 de la madrugada cuando el vehículo, que circulaba a gran velocidad, impactó contra Mathis en pleno centro de Lille. La investigación confirmó una “consommation contemporaine” del protoxyde de azote por parte del conductor, un hombre de 31 años con antecedentes por delitos de tráfico.
Este sujeto fue detenido y puesto en examen por homicidio vial agravado, con tres cargos adicionales: violación deliberada de las normas de seguridad, huida del lugar y negativa a obedecer a la autoridad. Actualmente está en prisión preventiva.
Los padres de Mathis exigen “verdad” y “rapidez” para evitar que el sospechoso quede en libertad antes del juicio. También solicitan al Ministro de Justicia, Gérald Darmanin, que se legisle específicamente la conducción bajo el efecto del protoxyde para convertirla en un ilícito autónomo, distinto del simple consumo.
En marzo, el Senado francés aprobó penalizar el uso indebido de protoxyde de azote, pero sin prohibir explícitamente su consumo al volante ni la venta para particulares. Esta ley aún debe ser negociada con la Asamblea Nacional, donde ya había propuestas más estrictas.
Los funerales de Mathis están programados para este lunes en intimidad familiar, y el martes a las 14:00 se organizará una marcha blanca en Saint-Omer, localidad donde reside su familia. Desde el lugar del accidente en Lille, los vecinos y viandantes continúan dejando flores y mensajes como homenaje.
“Después del homenaje llegará la lucha para que se haga justicia”, dijo su abogado, Antoine Régley.
Esta tragedia vuelve a poner el foco sobre el peligro creciente del protoxyde de azote en las carreteras francesas, aún sin regulación clara que permita sancionar a quienes conducen bajo sus efectos. La familia de Mathis promete mantener la presión hasta conseguir cambios legales contundentes.


































