La contracepción injectable, basada en el acetato de medroxiprogesterona, sigue siendo una opción muy poco utilizada y casi nunca se prescribe en primera intención en Francia.
Este método, una inyección intramuscular cada tres meses, ofrece una efectividad teórica del 99,7% cuando se respetan los intervalos. Sin embargo, no es comúnmente la primera recomendación médica pese a su eficacia.
El motivo principal es la tolerancia limitada y las múltiples contraindicaciones que registra. Entre ellas, cáncer de mama o endometrio, obesidad, diabetes, hipertensión, problemas hepáticos y enfermedades tromboembólicas. También preocupa una posible reducción de la densidad ósea, sobre todo en pacientes con factores de riesgo de osteoporosis.
Los efectos secundarios son frecuentes. Más de un 10% de las usuarias sufren nerviosismo, dolores de cabeza, dolores abdominales y aumento de peso. Otros efectos reportados son disminución de la libido, depresión, acné, pérdida de cabello y alteraciones menstruales, entre otros.
Estas molestias, junto a los síntomas tipo menopausia como los sofocos, hacen que muchas pacientes interrumpan el tratamiento o lo toleren mal. En algunos casos, se añade terapia con estrógenos para aliviar esa intolerancia.
En Francia, la prescripción se limita sobre todo a casos particulares: mujeres con dificultades para seguir una toma diaria, pacientes con trastornos psiquiátricos, jóvenes que necesitan discreción, o aquellas que viven en instituciones. Pero incluso aquí, los ginecólogos prefieren implantes o DIU por su mejor tolerancia y menor seguimiento, con duraciones de hasta ocho años o tres años respectivamente.
Desde el 1 de julio de 2024, se han reforzado las medidas de precaución en la prescripción por el riesgo de meningioma, un tumor cerebral asociado con el medicamento. Esto añade una capa más de control y limita aún más su recomendación general.
Además, el requisito de acudir cada tres meses para la inyección limita su uso fuera de centros especializados o hospitales. En consulta privada es raro que un ginecólogo siga a la paciente para este método.
En resumen, la contracepción injectable mantiene un perfil de uso restringido, reservado para situaciones donde otras opciones no funcionan o resultan inapropiadas. Francia apuesta en general por métodos más tolerados y menos invasivos para la mayoría de mujeres.
