Estados Unidos elevó notablemente su presencia militar en el mar Caribe con el despliegue de buques de guerra, aviones de combate y miles de soldados. Según Washington, esta operación busca combatir el narcotráfico que parte principalmente desde Sudamérica, con un foco especial en Venezuela.
La Casa Blanca sostiene que el aumento militar es necesario para frenar las rutas de drogas que afectan directamente a Estados Unidos. La estrategia coincide con el endurecimiento de las políticas antidrogas en la región.
Venezuela reaccionó con ejercicios militares en respuesta al movimiento estadounidense. Desde Caracas, además, lanzaron un llamado al diálogo entre ambos gobiernos para evitar una escalada que comprometa la estabilidad regional.
El incremento militar estadounidense en el Caribe genera preocupación en varios países que ven en esta maniobra un intento de presión política sobre Venezuela. Expertos coinciden en que la acción podría tensionar aún más la ya frágil relación bilateral.
El despliegue incluye cientos de efectivos y armamento avanzado con cobertura aérea y naval permanente, marcando una de las mayores movilizaciones militares de Washington en esa zona en los últimos años.
Por ahora, la Casa Blanca insiste en el combate al narcotráfico como motivo principal, sin confirmar otras intenciones geopolíticas. Sin embargo, analistas locales y regionales observan una estrategia más amplia de control y vigilancia sobre Venezuela y su influencia en la región.
El clima es tenso y la comunidad internacional observa con atención cómo evolucionan estos movimientos. La guerra contra las drogas en el Caribe se sigue escribiendo con fuerzas armadas en juego, mientras el llamado al diálogo pretende evitar un choque mayor.
