Niños y jóvenes de entre 8 y 17 años en el barrio El Picacho de Medellín, Puerto Berrío y otras zonas del país están aprendiendo ciencias y tecnología de forma práctica y lúdica gracias al programa Con-ciencia de la Universidad Nacional sede Medellín.
La iniciativa está diseñada para atraer a los estudiantes a carreras académicas como ingeniería y ciencias, una meta poco común frente a las aspiraciones típicas actuales de ser influencers o futbolistas. El programa usa talleres de matemática, ciencias naturales, robótica y arte para despertar el interés científico.
En las sesiones, los estudiantes usan desde gafas de realidad virtual hasta modelos de ADN para explorar conceptos que antes les parecían lejanos. Uno de los momentos destacados se dio cuando una niña de 7 años en Yopal preguntó a la coordinadora, la ingeniera química Catalina Pajón:
“¿Profe, yo también puedo ser ingeniera como usted?”
El proyecto nació para sacar la ciencia de la universidad y llevarla a comunidades afectadas por la violencia, ofreciendo nuevas oportunidades educativas. Comenzó en Puerto Berrío, con apoyo de la Alcaldía y el grupo de investigación Fenómenos de Superficie – Michael Polanyi. Luego se unieron entidades como la Agencia Nacional de Hidrocarburos, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y la petrolera Parex Resources, ampliando el alcance a Casanare, Magdalena y otros territorios.
La metodología se adapta a las condiciones locales. En lugares como Casanare, donde faltan servicios básicos y no hay internet, las jornadas son intensivas de uno o dos días. En Medellín, los talleres pueden durar semanas y buscan llenar el vacío cultural y académico de barrios como El Picacho.
Camilo Franco, profesor de la Facultad de Minas y coordinador, es claro:
“Queremos que dejen de ver su lugar como una limitación y lo resignifiquen como una oportunidad.”
Los talleres combinan la teoría con ejercicios prácticos: experimentos químicos, construcción de insectos robóticos y carros solares, juegos para entender matemáticas y exposiciones de arte creadas por los niños mismos. Según Catalina Pajón,
“Ellos mismos hacen los experimentos, prueban, se equivocan, vuelven a intentar, y luego damos explicaciones claras para su entendimiento.”
Cada ciclo termina con ferias científicas y artísticas donde los alumnos presentan sus proyectos a familias y comunidades, demostrando lo aprendido y motivando a más jóvenes a interesarse por estas áreas.
La Universidad Nacional de Medellín con esta estrategia apunta a cambiar la relación entre los estudiantes y la ciencia, abriendo una puerta rara vez explorada para muchos niños colombianos que habitan zonas difíciles o con escasos recursos.
