Francia cerró su participación en la Copa del Mundo femenina de rugby con una derrota clara ante Nueva Zelanda por 42-26 en la lucha por el bronce. El partido se jugó este sábado en el emblemático estadio de Twickenham, en Londres, en el marco de un día histórico que también acogió la final entre Inglaterra y Canadá.
Las Bleues comenzaron con intensidad, logrando un primer ensayo rápido a los 10 minutos gracias a un buen movimiento finalizado por Pauline Bourdon Sansus, asistida por Marine Ménager. Pero la respuesta neozelandesa fue rápida y letal. Apenas cuatro minutos después, Ruahei Demant apoyó bajo palos tras una jugada colectiva impecable de las Black Ferns.
El dominio de Nueva Zelanda creció con el paso del partido. Las francesas cometieron errores puntuales que las costaron caro, especialmente en defensa donde fueron superadas en varios duelos, como el que ganó Brunt contra Carla Arbez para el segundo ensayo rival a los 32 minutos.
En un golpe demoledor antes del descanso, la inglesa de origen Jorja Miller desbordó a Bourdon Sansus y las neozelandesas anotaron dos ensayos más seguidos por Renee Holmes (37’) y Laura Bayfield (40’). El marcador se disparó hasta un contundente 26-7 al descanso.
En la segunda parte bajó la intensidad del juego y Nueva Zelanda siguió imponiendo su ritmo. Sorensen-McGee firmó un doblete espectacular que elevó la ventaja (47’ y 60’). Francia reaccionó tras algunos cambios tácticos propuestos por el cuerpo técnico. Lina Tuy entró por Carla Arbez y aportó estabilidad.
Las francesas lograron abrir brecha con ensayos solitarios de Lea Champon, Gabrielle Vernier y un bello try a la izquierda firmado por Émilie Boulard, tras un gran trabajo de Joanna Grisez. Sin embargo, el intento final de remontada fue insuficiente y el marcador quedó en 42-26.
Este cuarto puesto representa la peor actuación del XV de Francia femenino en un Mundial desde 2010 y deja a las Bleues con mucha frustración, sobre todo tras perder por novena vez en diez mundiales la oportunidad de jugar la final —la pasada semana cayeron contra Inglaterra 35-17.
Las neozelandesas, por su parte, confirmaron su superioridad y se llevan la medalla de bronce tras dominar la mayor parte del encuentro con un juego clínico y efectivo.
Francia regresa a casa con el sabor amargo de haberse quedado lejos del podio en una competición de nivel muy alto, donde la brecha con los grandes poderes del rugby femenino parece todavía difícil de salvar.
