La izquierda francesa, excluyendo a La France Insoumise (LFI), volvió a reunirse este sábado en Bram, en la región de Occitania, para marcar posiciones de cara a las elecciones municipales y presidenciales del 2027.
El encuentro, impulsado por Carole Delga, presidenta de la región Occitania, reunió a los líderes de los principales partidos de izquierda, salvo LFI. Entre ellos estuvieron presentes Olivier Faure (Partido Socialista), Marine Tondelier (Ecologistas) por primera vez, Jérémy Bacchi como reemplazo de Fabien Roussel (comunistas) y Raphaël Glucksmann, líder de Place Publique.
La cita coincidió con la entrevista publicada este viernes por Le Parisien de Sébastien Lecornu, ministro de Cohesión Territorial, quien descartó ceder a las demandas de la izquierda para el presupuesto de 2026. Esta negativa sirvió para recomponer rápidamente la unidad entre los participantes del debate.
Delga abrió el evento recordando la necesidad de un “nuevo contrato social”, que priorice la educación, la salud pública y la seguridad, además de proponer una reforma del Estado para un mayor poder a las autoridades locales. Unas 2,500 personas asistieron en Bram, que sufrió graves incendios este verano.
En el debate, Marine Tondelier denunció la costumbre de la izquierda de atacarse internamente y pidió centrarse más en temas de trabajo e identidad, mientras Raphaël Glucksmann urgió a no perder contacto con la base social obrera.
Olivier Faure aseguró que no dudarán en censurar al Gobierno si no se escuchan sus demandas. Sobre 2027, el primer secretario socialista planteó una primaria amplia desde Ruffin a Glucksmann, asumiendo que Jean-Luc Mélenchon será candidato, pero rechazó incluirlo en la primaria. Glucksmann fue más duro: “Si invitamos a Mélenchon es para asumir que, si gana, lo apoyaremos. Yo digo no”. Este posicionamiento cerró el debate con aplausos y abucheos.
Finalmente, Delga, Faure, Tondelier y Glucksmann acordaron la necesidad de unidad sin ignorar sus diferencias, viendo en las municipales un trampolín hacia la presidencial. LFI quedó otra vez al margen, pero la izquierda “no LFI” dejó claro que buscará armar su alternativa con realismo y división contenida.
El evento reflejó la tensión interna de una izquierda fragmentada, unida sólo en el rechazo al gobierno de Emmanuel Macron y al avance del Rassemblement National. El desafío ahora es traducir esta unidad disímil en votos y estrategia para las próximas batallas electorales.
