Francia admite un retraso de casi dos décadas en su programa de drones de guerra y lanza un ambicioso plan de rearme para cerrar la brecha tecnológica.
Sébastien Lecornu, exministro de las armas, reconoció sin rodeos:
“On a pris du retard pendant pratiquement quinze ou vingt ans”
y subrayó la urgencia de recuperar terreno.
La necesidad estratégica es clara. Con incursiones de drones detectadas regularmente sobre territorio francés, el país busca reforzar su defensa aérea y equiparse con tecnología más avanzada para proteger sus fronteras y apoyar operaciones militares.
Los detalles sobre montos exactos o modelos específicos aún no se han divulgado, pero fuentes cercanas al ministerio indican que la inversión será sustancial y abarcará desde drones de combate hasta sistemas de defensa anti-drones.
Este esfuerzo llega para no repetir errores del pasado y posicionar a Francia en la vanguardia tecnológica militar europea, justo cuando la importancia de los drones en conflictos modernos crece exponencialmente.
Los expertos militares advierten que sin modernizar el arsenal aéreo no solo se pone en riesgo la seguridad nacional, sino también la capacidad de Francia para intervenir eficazmente en misiones internacionales.
El enfoque de París combina acelerar la producción local, invertir en innovación y colaborar con socios europeos para consolidar una defensa aérea robusta y adaptable.
Mientras tanto, las fuerzas francesas han intensificado la vigilancia y probado nuevos sistemas para neutralizar las amenazas que representan drones hostiles.
Francia sabe que este es un punto de inflexión para mantener su relevancia en la defensa europea. La apuesta por los drones ya no es opcional: es urgente.
