Cada vez más niños y adolescentes del Magreb intentan llegar solos a Europa cruzando el Mediterráneo en condiciones extremas que ponen en riesgo sus vidas. Este aumento refleja desigualdades sociales profundas y, en muchos casos, es parte de un proyecto familiar para buscar un futuro mejor.
Los menores migrantes, sin acompañamiento, enfrentan rutas peligrosas en embarcaciones precarias. Las redes familiares impulsan este fenómeno, a menudo con la esperanza de reunirse con parientes en Europa o escapar de la pobreza y falta de oportunidades en sus países de origen.
Aunque la travesía es letal para muchos, el flujo de menores no suele disminuir. Autoridades europeas y ONG advierten sobre la emergencia humanitaria y la necesidad de respuestas coordinadas para proteger a estos jóvenes. La crisis sigue creciendo y Francia, como puerta de entrada en Europa, se encuentra en alerta ante el aumento de llegadas.
Este fenómeno no solo expone la vulnerabilidad de los niños, sino también la compleja red de causas migratorias vinculadas a desigualdades y a dinámicas familiares que cruzan fronteras. Sin medidas urgentes, el riesgo para estos menores seguirá aumentando.
