Un hombre de 45 años apodado “Toto la puff” fue condenado esta semana en La Roche-sur-Yon por vender cigarrillos electrónicos ilegales a menores en Aubigny-les Clouzeaux, en la Vendée.
La denuncia partió del colegio Piobetta, donde detectaron un tráfico activo desde septiembre de 2023 hasta febrero de 2024. Toto la puff enganchaba a sus clientes a través de Instagram, los atendía en la ventana de su casa y luego los llevaba a su garaje convertido en tienda.
La policía incautó 563 vapeadores, casi la mitad incumplía la ley: sin instrucciones, sin advertencias en francés, con más de 2 ml de capacidad o con nicotina superior a 20 mg/l, además venían de Albania y los compraba en Aubervilliers.
“Reconozco que algunos no eran conformes, pero los otros quisiera recuperarlos”
dijo el acusado en el juicio del 18 de septiembre.
Lo grave es que muchos compradores tenían solo 13 años, alumnos del colegio Piobetta. El fiscal fue contundente: “Han puesto en peligro la vida de menores por dinero”. Recordó las siete condenas previas del imputado por fraudes y robos y explicó que la nicotina es más adictiva que heroína o cocaína.
La jueza Isabelle Jubineau acabó imponiendo una multa de 3 300 euros, menor a los 5 350 euros que pidió la Fiscalía, por considerar que la pena debe ser proporcional a sus ingresos (una pensión de invalidez de 1 300 euros mensuales).
Toto intentó quitar importancia a la venta ilegal, comparando su caso con vendedores ambulantes en lugares como Rosa Parks:
“Hay vendedores a la pasada por todos lados”
, dijo. Su discurso confuso no convenció.
El caso abre la lupa sobre la venta de cigarrillos electrónicos ilegales y la vulnerabilidad de menores en Francia frente a productos nocivos que el mercado legal restringe estrictamente.
