Las protestas juveniles convocadas por el colectivo “GenZ 212” continúan en Marruecos por segundo día consecutivo. Este domingo 28 de septiembre, se registraron manifestaciones en varias ciudades importantes como Rabat, Casablanca, Marrakech, Agadir y Souk Sebt.
Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, exigieron reformas profundas en el sistema educativo y los servicios de salud pública, con gritos de “Libertad, dignidad, justicia”. La movilización surge en un contexto tenso tras la muerte de ocho mujeres embarazadas en un hospital público de Agadir, donde se denunciaron graves carencias en atención y equipamiento sanitario.
Las autoridades reprimieron intentos de concentración principalmente en Rabat, donde decenas de jóvenes fueron detenidos brevemente para verificar su identidad. Según Hakim Sikouk, presidente de la rama local de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), más de 70 arrestos se registraron el sábado 27 en Rabat pero todos fueron liberados tras los controles.
El movimiento “GenZ 212”, cuyos fundadores permanecen desconocidos, organizó las protestas a través de la plataforma Discord, definiéndose como un espacio para debatir problemas sociales como la corrupción, la salud y la educación. Sus participantes insisten en que no buscan ser usados con fines políticos.
Las manifestaciones también relanzaron el debate sobre las desigualdades sociales en Marruecos, que afectan principalmente a jóvenes y mujeres. La muerte de las pacientes en Agadir provocó la destitución del director del hospital y de varios funcionarios locales, además de una investigación interna y anuncios de nuevas inversiones.
Desde el 14 de septiembre, las tensiones aumentaron con choques entre manifestantes y policías en Agadir y la prohibición, seguida de arrestos, de dos concentraciones en Tiznit y Essaouira. Este lunes 29 de septiembre, se esperan nuevas convocatorias de protesta en todo el país.
Las autoridades no han emitido comentarios oficiales sobre las manifestaciones ni sobre los arrestos. El descontento permanece visible y la presión social crece en un país donde miles de jóvenes exigen resultados concretos frente a problemas crónicos.
