Chilpancingo vive un aumento grave de violencia contra el transporte público. Durante la madrugada del domingo, dos unidades fueron incendiadas por grupos armados, lo que obligó a que varias rutas suspendieran su servicio.
El gobierno municipal encendió las alarmas porque la amenaza era visible desde hace semanas. De hecho, desde agosto se hicieron llamados formales a la Secretaría de Seguridad de Guerrero y al gobierno de Claudia Sheinbaum para intervenir ante la presencia de grupos armados que incluso operan con vestimenta militar.
El alcalde de Chilpancingo, Gustavo Alarcón, junto con autoridades locales, ha pedido reiteradamente apoyo “con antelación” para evitar que los hechos escalen. El 8 de septiembre, por ejemplo, reportaron un grupo de unas 50 personas armadas y encapuchadas; en agosto hubo hasta un despliegue de cerca de 3,000 personas armadas en la región, según informes y monitoreo del sistema C4 y redes sociales.
El incendio del primer camión fue suficiente para que líneas del transporte publico comenzaran a cancelar servicios. Horas después, una camioneta también fue quemada. Reportaron dos personas lesionadas como consecuencia de estos ataques.
La alcaldía de Chilpancingo lanzó un comunicado donde urgió al gobierno de Claudia Sheinbaum y a la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, a brindar “el respaldo necesario” y reforzar las medidas para garantizar seguridad y paz.
Hasta ahora, la respuesta federal y estatal no ha contenido la ola de agresiones. El aumento de la violencia pone en riesgo a la población y paraliza servicios indispensables. La exigencia de apoyo ha sido clara y documentada, pero el efecto no se observa en el terreno.
Chilpancingo vuelve a encender todas las alarmas en torno a la seguridad pública, mientras sus habitantes enfrentan la suspensión del transporte público y un ambiente de violencia sin control.
