El Tesoro de Estados Unidos, bajo la conducción de Scott Bessent, condiciona el desembolso del paquete de ayuda financiera a Argentina a un compromiso político tangible que incluya el desarme de las bandas cambiarias. Esta semana, los equipos técnicos de Bessent y del ministro Luis Caputo comenzaron negociaciones para definir los detalles del respaldo anunciado, aunque el flujo de fondos queda en suspenso hasta después de las elecciones del 26 de octubre.
El paquete, diseñado para evitar nuevas devaluaciones traumáticas, incluye un swap de monedas por u$s20.000 millones para reforzar las reservas del Banco Central, líneas de crédito para mitigar volatilidades y compra directa de bonos soberanos como colchón ante shocks externos. Pero para activarlo, Washington exige un acuerdo político claro que asegure la eliminación gradual de las bandas cambiarias, un punto central en la agenda del presidente electo Javier Milei.
En su discurso en la Feria Internacional de Turismo 2025, Milei aseguró que no habrá “devaluaciones recurrentes” y subrayó la necesidad de un desarme progresivo de las restricciones cambiarias, comprometiéndose a no negociar la disciplina fiscal. Sin embargo, tanto el Tesoro como el FMI insisten en que sin desactivar el actual sistema de bandas —que fija un piso y techo para el dólar oficial— no habrá respaldo financiero. Los controles cambiarios actuales agotan reservas y distorsionan señales de precios, una traba para la inversión extranjera.
Fuentes del Ministerio de Economía revelan que Washington mantiene una “cautela calculada” y no liberará los fondos antes del escrutinio, lo que obliga al Gobierno a gestionar el equilibrio fiscal y los pagos de deuda externa de forma ajustada, mientras las reservas netas del BCRA rozan niveles críticos. La urgencia existe, pero la prioridad para EEUU es la estabilidad post-electoral.
Expertos anticipan que el swap no será suficiente para cubrir vencimientos de deuda de unos u$s37.000 millones en 2026 y 2027, por lo que el Gobierno deberá elegir entre ajustar el tipo de cambio, implementar un desarme gradual o endurecer el control de capitales. La oficialización de una transición hacia un régimen de flotación “sucia” implica intermitentes intervenciones del Banco Central combinadas con entradas de dólares del sector agroindustrial y minero.
En busca de un adelanto del paquete, el Ejecutivo ha entablado contactos con bancos en Wall Street para conseguir financiamiento puente, pero hasta ahora sin resultados. La exigencia estadounidense es “pagar para ver”: no habrá avances sin señales firmes de compromiso político y reserva acumulada.
El paquete integral que lidera Bessent incluye herramientas para estabilizar el tipo de cambio y atraer inversión extranjera directa, apuntando a romper un ciclo crónico de crisis cambiarias en Argentina. Sin embargo, el éxito dependerá de que Milei y el oficialismo consigan consenso para desprenderse de las bandas cambiarias y avanzar en reformas estructurales clave.
El pulso está claro: la ayuda financiera estadounidense y el alivio a corto plazo esperan a que termine la campaña y se defina un camino económico estable y ordenado.
