Claudia Sheinbaum cumple un año como presidenta de México con una inesperada popularidad del 79% a pesar de enfrentar múltiples crisis, desde la violencia del narcotráfico hasta escándalos de corrupción que involucran a aliados de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
La mandataria, primera mujer electa para gobernar México, se mantiene apoyada por miles que la ven como una figura que revive el orgullo femenino en un país marcado por el machismo. Su llegada al poder fue apoyada por un caudal de votos superior al de AMLO, cuando ganó la ciudad de México en 2018 y luego la presidencia.
Sin embargo, Sheinbaum carga con problemas graves: en sus primeros 11 meses, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas reportó 13.547 desapariciones, cifra al alza respecto al periodo anterior, vinculadas especialmente al reclutamiento forzoso y violencia de los cárteles.
Los decomisos de droga y operaciones policiacas crecieron bajo su administración, pero la violencia y la impunidad persisten. Recientemente se capturó a Hernán Bermúdez, alias “La Barredora”, jefe del cártel que azota Tabasco, detenido en Paraguay y expulsado a México. Bermúdez fue secretario de Seguridad Pública de un aliado político clave, Adán Augusto López, actual líder del Senado y cercano a Morena, cuyo presunto enriquecimiento ilícito también está bajo la lupa.
En mayo, 14 detenidos en México, entre empresarios, marinos y agentes aduanales, desmantelaron una red de contrabando de combustible que cruzaba gasoil de Texas disfrazado de lubricante. La investigación incluida la del exministro Rafael Ojeda, quien fue defendido públicamente por Sheinbaum asegurando que no tenía relación con el grupo.
En la arena internacional, Sheinbaum mantiene un bajo perfil: no fue a la Asamblea General de la ONU ni aparece prevista su asistencia al G20 en Sudáfrica. Sus críticos la acusan de tibieza frente a Donald Trump y de demora en nombrar genocidio a los crímenes en Gaza. Analistas atribuyen su prudencia a evitar complicaciones diplomáticas.
Pero la tensión con EE.UU. se siente fuerte. El gobierno norteamericano presiona para endurecer la lucha contra el narcotráfico bajo la amenaza de aranceles y renegociar el T-MEC. El secretario de Estado Marco Rubio reconoció que México coopera, pero Trump exige más resultados. Sheinbaum logró una moratoria de 90 días para evitar sanciones, que vence en noviembre.
En lo político, Sheinbaum pelea por afirmar su autonomía dentro de Morena y no ser opacada por AMLO, hoy prácticamente ausente de la escena pública. La analista Celeste Tossolini sostiene que la presidenta ha ganado en poder y apoyo electoral, pero todavía debe limpiar la corrupción que mancha a sus cercanos y enfrentar la impunidad que golpea a México.
En el frente social, críticas de grupos indígenas resaltan que persiste la discriminación pese a los discursos. Aún así, Sheinbaum sigue recorriendo el país recibiendo muestras de apoyo que parecen inmune a las crisis que debilitan a otros gobiernos.
El desafío de Sheinbaum es enorme: controlar la violencia, contener la corrupción y manejar una relación compleja con Estados Unidos sin perder respaldo popular en un México que sigue atrapado entre la esperanza y la inseguridad.
