Donald Trump presentó hoy un nuevo plan para Gaza tras reunirse con el primer ministro israelí Benyamin Netanyahou. El proyecto busca imponer una fuerza internacional de ocupación árabe bajo mando conjunto estadounidense e israelí que controle la franja de Gaza y desarme a las facciones palestinas, incluido el Hamas.
El plan, disimulado como un acuerdo de paz, condiciona la retirada escalonada del ejército israelí a la liberación de presos del Hamas y a la aceptación palestina de una autoridad de transición presidida por Trump y el ex primer ministro británico Tony Blair. Blair, conocido por su papel en la guerra de Irak, sería el gobernador de Gaza en una fórmula que recuerda al colonialismo del siglo XIX.
Trump volvió a advertir que Estados Unidos respaldará “totalmente” a Israel si el Hamas rechaza este plan. Según Netanyahou, en ese caso, Israel “terminará el trabajo” por la fuerza o de forma pacífica, dejando claro que la continuación de los ataques está garantizada.
El plan incluye la posible participación de Egipto, Jordania, Arabia Saudita, Qatar e incluso Turquía en la fuerza de estabilización, una perspectiva polémica que los regímenes árabes han rechazado públicamente por el riesgo político que implica enviar tropas a Gaza.
En realidad, esta “fuerza internacional” sustituiría la ocupación directa israelí pero mantendría el control sobre Gaza, anulando la red política palestina y reforzando la dependencia de capitales extranjeros para transformar la región en un polo tecnológico-industrial con mano de obra palestina subyugada.
Mientras tanto, los países árabes ya colaboran con el bloqueo y la explotación económica del territorio. En Egipto, la clase oligarca aprovecha la guerra para extorsionar a los refugiados, y los inversores del Golfo esperan oportunidades en la reconstrucción y fortificación del Sinaí.
La resistencia a este plan crece a ambos lados del Mediterráneo. Una flotilla humanitaria vuelve a acercarse a Gaza a riesgo de ser atacada. En Italia, trabajadores preparan huelgas masivas para el 4 de octubre y sindicatos españoles y catalanes llaman a jornadas de protesta. En Francia, se convoca movilización contra el gobierno de Macron y su complicidad.
Además, movimientos juveniles en Marruecos cuestionan la corrupción interna y la alianza con Israel, con el potencial de expandirse y estimular protestas más amplias en Medio Oriente, particularmente en Egipto y Jordania.
El mensaje de Trump y Netanyahou es claro: no hay espacio para la autodeterminación palestina. El plan disfraza una continuación del genocidio bajo un nuevo mandato colonial, con el apoyo de Washington y el silencio cómplice de varios regímenes árabes.
