La edad real de jubilación en España ya se sitúa cerca de los 68 años, aunque la legal esté fijada en 66 años y 8 meses, y podría subir hasta los 72 años en los próximos 25 años si no se reforman las pensiones. Así lo advierte Santiago Romera, experto en pensiones, que ha encendido el debate tras sus declaraciones en La Sexta Xplica.
Romera alerta de que el sistema de pensiones está tensionado por el envejecimiento de la población y las reformas paliativas que no resuelven nada de fondo. El incremento en la esperanza de vida obliga a mantener las prestaciones más años, pero la base de cotizantes crece a menor ritmo. El resultado: un sistema cada vez más insostenible.
Según datos del Ministerio de Inclusión, entre enero y agosto de 2024 se sumaron más de 241.000 nuevos pensionistas. Actualmente, el sistema sostiene más de 10,4 millones de pensiones activas, de las cuales tres de cada cuatro son por jubilación. El gasto mensual supera los 13.600 millones de euros y sigue aumentando.
La media de pensión ronda los 1.314 euros, pero en el caso de jubilación llega a más de 1.500 euros. Las nuevas altas del régimen general superan los 1.750 euros mensuales, lo que refleja una presión creciente sobre las arcas públicas.
Las cifras oficiales confirman una realidad que muchos ya viven: aunque el retiro legal quede fijado, la mayoría se jubila más tarde, en muchos casos por necesidad o incentivos económicos. Romera dice que si no se toman medidas de fondo, trabajar hasta los 72 años podría ser la norma dentro de dos décadas, un escenario que ya genera rechazo social —el 87 % de los españoles rechaza alargar la vida laboral hasta los 70 años o más.
“Estamos alargando lo inevitable,” dice Romera en un mensaje directo: el sistema actual no es sostenible y sin reformas urgentes la situación se agravará.
El principal problema es el coste político: cualquier medida que implique retrasar la jubilación o ajustar el gasto es impopular y nadie quiere asumir ese desgaste electoral. Mientras tanto, la hucha de las pensiones sigue vaciándose y la presión sobre trabajadores y futuros pensionistas crece sin límite.
Expertos y responsables apuntan a distintos remedios: fomentar el ahorro individual, combinar fuentes públicas y privadas o reformar la fiscalidad para mejorar la redistribución. Pero el reloj corre y la pelota está en el tejado político.
Esta situación no es teoría: afecta directamente a quienes hoy tienen entre 30 y 50 años y que verán cómo sus condiciones de jubilación pueden cambiar radicalmente si no hay un giro ahora.
