Pete Hegseth, nombrado recientemente jefe del Pentágono, lanzó un discurso contundente que está sacudiendo a las fuerzas armadas de Estados Unidos y generando preocupación en altos mandos militares. En una intervención ante cientos de generales en la base de Quantico, Hegseth afirmó sin ambages que “el nuestro es preparar la guerra y ganarla”, y anunció un giro radical a la estrategia y misión del Pentágono, con palabras que han dividido a expertos y oficiales por igual.
Vuelta a la guerra: cambio de nombre y misión
En su alocución, Hegseth anunció que el Pentágono dejará de ser “el Departamento de la Defensa” para volver a ser el “Departamento de la Guerra”, como se conocía antes de 1947. Esta decisión ya fue impulsada por un decreto ejecutivo firmado por el expresidente Donald Trump a principios de septiembre, que formalizó el cambio de nombre. Según Hegseth, esta medida simboliza el fin de lo que calificó como una era de declive y distracciones ideológicas dentro del departamento.
“Estamos en un momento crucial”, afirmó Hegseth, y añadió que el objetivo claro debe ser la preparación para conflictos armados y la victoria en los mismos, dejando atrás la agenda que definió como “woke” o politizada en exceso. Criticó que las décadas pasadas han sido un período de “liderazgo erróneo”, donde los ascensos en la estructura militar se habrían basado en cuotas de raza o género y no en méritos de combate, una acusación que ha encendido polémicas internas.
Resistencia y preocupación en la cúpula militar
El cambio radical en la visión estratégica impulsado por Hegseth ha generado inquietud en los altos mandos militares. Fuentes citadas por el Washington Post revelan que generales y almirantes ven el plan “miope” y potencialmente contraproducente, sobre todo por su aparente desconexión con la realidad global actual. Entre los más críticos está el jefe del estado mayor conjunto, el general Dan Caine, que cuestiona que poner toda la atención en prepararse para la guerra “en casa” deje al país vulnerable frente a potencias emergentes.
Las críticas se centran en que el plan redunda en minimizar la amenaza exterior, particularmente la que representa China, cuya capacidad militar sigue creciendo y que exige un enfoque estratégico robusto, según análisis de expertos. Además, se lamenta el aparente abandono de la presencia e influencia estadounidense en regiones clave como Europa y África, áreas donde Estados Unidos mantiene intereses estratégicos cruciales.
Un mensaje claro y polémico sobre “limpiar la casa”
Hegseth hizo un llamado directo a “limpiar los escombros” dentro del Pentágono, refiriéndose a lo que él considera errores de décadas que han debilitado la institución. Su discurso utiliza un lenguaje fuerte para denunciar lo que llama la “guerra contra los guerreros”, evidenciando una intención clara de eliminar políticas de diversidad y cambios sociales que, según él, han interferido en la eficacia militar.
“Debemos cancelar décadas de declive… por demasiado tiempo promovimos líderes por las razones equivocadas: basados en raza, cuotas de género y llamados récords históricos”, dijo Hegseth.
Este mensaje ha generado reacciones mixtas dentro y fuera del Pentágono, con defensores que aseguran que el enfoque en la preparación y combate es imprescindible en un mundo con amenazas crecientes, mientras que opositores temen que implique un retroceso en derechos civiles y una militarización exagerada.
Un contexto político y estratégico complejo
El discurso y la visión de Hegseth no pueden entenderse fuera del contexto político en el que se inscribe. La administración Trump había evidenciado desde el inicio una postura ambigua y a veces errática en política exterior y defensa, caracterizada por decisiones unilaterales y personalizadas, una dinámica que continúa influyendo en la estrategia militar estadounidense.
El cambio de nombre del Pentágono y el giro hacia una retórica más combativa reflejan además la influencia de sectores conservadores que rechazan las llamadas “agendas progresistas” dentro de las instituciones estatales, particularmente en el ámbito de defensa. Hegseth representa ese sector y se alinea con quienes presionan para una militarización acentuada y un énfasis en la “fortaleza” frente a lo que perciben como debilidades internas.
En un mundo con escenarios volátiles, desde la tensión creciente en el Indo-Pacífico hasta la conflictividad en Europa del Este, este enfoque puede resultar problemático para mantener alianzas tradicionales y evitar una escalada diplomática o militar.
Repercusiones para Italia y Europa
Para los lectores italianos y europeos, esta iniciativa abre interrogantes sobre el papel de Estados Unidos en la defensa colectiva y la seguridad euroatlántica. La reducción del interés estratégico en Europa que sugieren los críticos internos podría debilitar la OTAN y afectar la estabilidad en la región, especialmente en un momento en que Italia y sus aliados enfrentan amenazas simultáneas desde Rusia y el terrorismo.
Además, la retórica agresiva de Hegseth dificulta los esfuerzos europeos por mantener un equilibrio entre diálogo, prevención y disuasión. La presencia estadounidense tradicionalmente ha sido garante de seguridad, pero ahora ese rol parece estar en revisión.
En definitiva, el Pentágono inició esta semana un giro polémico que redefine su identidad y prioridades, con efectos que podrían extenderse más allá de sus fronteras, mientras dentro del propio organismo se cocina una fuerte división que marcará los próximos meses.
