Las olas de calor que azotan Europa están dejando cifras escalofriantes. Un estudio del Imperial College de Londres revela que las canículas causaron un aumento del 70 % en la mortalidad en ciudades europeas durante sus veranos más cálidos.
Países como España y Portugal han registrado temperaturas extremas de hasta 46 °C. Estas olas de calor no solo matan, también golpean la economía: la productividad laboral cae, la sequía arruina cosechas y las inundaciones destruyen infraestructuras y edificios.
Solo en Francia, los daños del verano de 2025 podrían alcanzar 10.100 millones de euros, casi un 0,4 % del PIB. Según el informe, para 2029 las pérdidas macroeconómicas acumuladas por sequías, olas de calor e inundaciones sumarían 126 mil millones de euros.
La investigación pone por primera vez el foco en 180 compañías productoras de combustibles fósiles y cemento responsables de emitir gases de efecto invernadero desde 1854 a 2023. Estas empresas explicarían la mitad del incremento en la intensidad de las olas de calor desde la era preindustrial.
La pregunta de quién pagará por los daños sufridos por estas crisis climáticas ya empieza a sonar fuerte.
Europa en deuda con su objetivo climático 2040
Mientras tanto, los gobiernos europeos siguen sin tomar medidas contundentes para medir y frenar el impacto económico total de estos fenómenos. La meta de neutralidad climática para 2050 y el objetivo para 2040 están estancados, aumentando la vulnerabilidad de millones.
“Cada grado cuenta, cada año cuenta y cada decisión cuenta: no actuar hoy es cargar a futuras generaciones”, advierte la climatóloga Valérie Masson-Delmotte.
El tiempo para políticas climáticas firmes y rápidas se agota. Las canículas no solo matan, también hunden la economía y amenazan la seguridad pública. Francia y Europa están en la línea de fuego.
