La tecnología domina la atención de una generación entera, y el tiempo que los niños pasan frente a pantallas afecta su bienestar físico y emocional, advierte Barbara Danza en un artículo publicado por Epoch Times.
Los adultos que conviven con niños o adolescentes evidencian el impacto diario de los dispositivos digitales. El debate ya no es si tienen acceso a ellos, sino cuánto tiempo les queda para experimentar la vida real, el aire libre y las relaciones cara a cara.
Danza recomienda cinco estrategias concretas para que los padres empiecen a recuperar ese equilibrio:
1. Saber esperar. Retrasar al máximo la entrega de tabletas, teléfonos o computadoras a los niños es fundamental. Evitar ‘abrirles la puerta’ temprano a un mundo diseñado para retener su atención protege su inocencia y fomenta la creatividad, el juego y hasta el aburrimiento sano.
2. Hacer marcha atrás. No es imposible desenganchar a los niños una vez que ya tienen dispositivos. Proponer una ‘desintoxicación digital’ familiar de al menos una semana, limitar el uso de smartphones a móviles básicos por seguridad, y reservar pantallas para momentos puntuales —como los deberes o una noche de cine semanal— son claves. Al principio cuesta, pero el esfuerzo ofrece mejoras visibles.
3. Educar sobre el uso. Explicar a los niños la diferencia entre usar la tecnología como herramienta y usarla para escapar o distraerse. Incentivar actividades reales paralelas que sustituyan el consumo digital: leer, dibujar, socializar, ver películas en familia.
4. Dar ejemplo. Los padres deben examinar sus propios hábitos para que los niños tomen modelo. Dejar a un lado el móvil en las reuniones familiares y mostrar que se puede controlar la tecnología, en lugar de ser controlado por ella, es esencial.
5. Fijar y hacer respetar límites. Establecer reglas estrictas, como no usar aparatos en las habitaciones o prohibir dispositivos fuera de ciertos horarios o días. Restringir aplicaciones no imprescindibles y mantener los aparatos en espacios comunes del hogar. Este marco claro ayuda a los niños a tener un balance más sano.
La relación de los menores con la tecnología es uno de los grandes retos actuales para padres, educadores y sociedad. La reducción del tiempo frente a pantallas no solo previene problemas de salud mental y sedentarismo, sino que también favorece el desarrollo de habilidades sociales y creativas.
Expertos como Clare Morell, citada en el mismo medio, señalan que los smartphones modifican el cerebro en formación y que la prevención comienza en casa, con disciplina y diálogo continuo.
En Francia, donde el acceso a internet y móviles es generalizado desde edades tempranas, estos consejos cobran especial relevancia para familias preocupadas por la salud y futuro de sus hijos.
Aplicar estas medidas no es sencillo y exige constancia. Pero el beneficio para los niños—más tiempo para respirar, crear y relacionarse—representa una ganancia que no admite demora.
