Las protestas convocadas por el colectivo juvenil GenZ212 en Marruecos alcanzaron un nuevo nivel de violencia el 30 de septiembre, con enfrentamientos en varias ciudades y numerosos heridos.
La jornada, que marcó el cuarto día consecutivo de manifestaciones, registró disturbios en Inzegane, a las afueras de Agadir, donde manifestantes encapuchados lanzaron piedras y quemaron barreras, contenedores y zonas comerciales. Se reportaron incidentes similares en Beni Mellal, Aït Amira y Oujda.
Las autoridades indicaron que muchos de los jóvenes arrestados tienen entre 15 y 20 años, algunos pertenecientes a la generación siguiente a “Generación Z”, llamada “Generación Alpha”. En Rabat, más de 200 manifestantes fueron detenidos en los últimos tres días; la mayoría fue liberada, según la Asociación Marroquí de Derechos Humanos.
Este martes el fiscal anunció que 37 detenidos, incluidos tres en prisión preventiva, serán enjuiciados a partir del 7 de octubre. Además, en Casablanca 18 personas están bajo investigación por supuesta obstrucción del tráfico y seis menores enfrentan cargos especiales.
Aziz Akhannouch, primer ministro y líder del partido en el poder, reaccionó reuniendo a su coalición gubernamental para abordar la crisis. Acompañado por ministros de Salud y Educación, enfatizó que el gobierno está comprometido con reformas profundas en ambos sectores, aunque reconoció que los resultados tardarán en verse.
“El diálogo y la concertación son las únicas vías para responder a las demandas sociales”, sostuvo Akhannouch.
Sin embargo, el descontento crece, dentro y fuera del gobierno. Fuentes policiales critican la falta de respaldo ministerial y exigen la remoción de los actuales ministros de Educación y Salud, ambos nombrados en un controvertido ajuste ministerial en octubre de 2024 y sin experiencia en sus áreas.
Por su parte, Abdelilah Benkirane, ex primer ministro y líder del Partido Justicia y Desarrollo, llamó a detener las protestas para evitar una “deriva hacia lo desconocido”, un mensaje rechazado por GenZ212, que recuerda la gestión insuficiente de su partido.
El movimiento no solo crece en Marruecos sino también en la diáspora, con figuras públicas como futbolistas internacionales manifestando su solidaridad pública en las últimas horas.
El foco ahora se traslada al discurso que debe dar el rey Mohammed VI el próximo 10 de octubre durante la apertura del parlamento. Aunque los manifestantes no cuestionan la institución monárquica, esperan soluciones urgentes al colapso visible en salud y educación.
Con las elecciones legislativas previstas para 2026, la capacidad del Ejecutivo para sostenerse durante este periodo está en duda. La presión social aviva pedidos crecientes para un gobierno técnico capaz de afrontar la crisis antes de que la violencia escale aún más.
