Javier Milei se reunirá con Donald Trump en la Casa Blanca el 14 de octubre, justo 12 días antes de las elecciones legislativas clave en Argentina que definirán el futuro político de la ultraderecha en el país.
El viaje a Washington llega en un contexto de profunda incertidumbre económica y política. A pesar del respaldo público de Trump anunciado la semana pasada, los mercados mantienen la desconfianza sobre el plan económico del líder anarcocapitalista. El Banco Central (BCRA) intervino vendiendo 748 millones de dólares para frenar la depreciación del peso y evitar un colapso financiero.
Milei reconoció por primera vez las dificultades que enfrenta su gobierno ante la creciente presión política de un Congreso adverso y el declive en las encuestas de cara a las elecciones del 26 de octubre. En Buenos Aires, el principal distrito electoral, el candidato ultraderechista José Luis Espert está envuelto en una polémica por presuntos vínculos con un narcotraficante cuya extradición reclama la justicia de Estados Unidos.
La visita oficial de Milei marca un paso sin precedentes para un líder latinoamericano de su perfil, ya que a pesar de haber viajado en 13 ocasiones a EE UU, nunca había sido recibido en la Casa Blanca. Solo Nayib Bukele, presidente de El Salvador, goza de ese privilegio.
El Gobierno argentino calificó el encuentro como un “fortalecimiento de la alianza estratégica”, mientras Milei celebró el apoyo “nunca visto en la historia”. Sin embargo, analistas interpretan este gesto como una señal de debilidad política y la urgencia de buscar amparo internacional antes de una posible derrota electoral.
Militares estadounidenses en Argentina sin aprobación legislativa
Además, Milei oficializó por decreto la llegada de tropas militares estadounidenses a Argentina para operaciones navales y asistencia humanitaria, una decisión polémica que no pasó por el Congreso y viola el artículo 75 de la Constitución. Una base naval en Ushuaia, Tierra del Fuego, será uno de los puntos estratégicos para estas fuerzas, cerca de la Antártida, donde EE UU busca presencia militar permanente.
El gobernador fueguino, Gustavo Melella, condenó el decreto calificándolo de “lamentable” y cuestionó la cesión de soberanía a Estados Unidos, aliado clave del Reino Unido.
Esta medida está alineada con la ofensiva política y militar planteada por Trump, quien en repetidas ocasiones ha alertado sobre amenazas en la región, especialmente relacionadas con Venezuela y el narcotráfico. Ante la cúpula castrense en Washington, Trump instó a “resucitar el espíritu guerrero” de las Fuerzas Armadas y a vigilar al “enemigo interior”.
El secretario de Guerra, Pete Hegseth, aprovechó para criticar las políticas de inclusión racial y de género en el Ejército, promoviendo un perfil militar más tradicional y masculino. Con ese trasfondo, la entrada de militares estadounidenses en Argentina añade más tensión a una crisis que mezcla política, economía y geopolítica.
El respaldo formal del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, prometiendo 20.000 millones de dólares y compra de bonos argentinos, no ha logrado aliviar el colapso financiero ni las dudas en los mercados, que siguen hundiendo los bonos y castigando a los inversores.
En resumen, Milei llega a Washington apenas semanas antes de la elección más decisiva de su mandato, en evidente estado de fragilidad política y bajo una fuerte presión financiera que podría poner en jaque su proyecto ultraderechista.
