La actividad manufacturera en Rusia se redujo por cuarto mes consecutivo en septiembre, según el último reporte de S&P Global publicado el 1 de octubre. El índice PMI manufacturero cayó a 48,2, su nivel más bajo en más de tres años, tras un pico momentáneo de 48,7 en agosto.
Este indicador confirma una contracción persistente del sector en 2025, con la producción y los nuevos pedidos debilitándose. La demanda externa cae notablemente, afectando las exportaciones clave del país.
Las empresas industriales enfrentan problemas en las cadenas de suministro y presiones inflacionarias que elevan los costes. Aunque intentan trasladar esos costes a los precios finales, la inflación en ventas crece a un ritmo limitado. Pese a esto, se observó un aumento en el optimismo empresarial, motivado por nuevos planes de producción y expectativas de mejora en la demanda.
Internamente, la economía rusa está marcada por riesgos crecientes de stagflación: crecimiento reducido, inflación alta y mercado laboral en deterioro. El PIB creció solo un 1,1 % interanual en el segundo trimestre, comparado con 1,4 % en el primero. Fitch Ratings alertó que Rusia apenas evitó una recesión técnica durante el primer semestre.
La inflación anual sigue elevada, rondando el 8 %, lejos del mínimo de 2,3 % registrado en abril pasado. El Banco de Rusia redujo abruptamente la tasa de interés a 17 % en septiembre, pero mantendrá una política monetaria restrictiva para controlar la inflación, prevista en un 6-7 % para 2025.
El Kremlin enfrenta además un fuerte choque fiscal. Los ingresos por petróleo y gas se desploman un 23 % en septiembre respecto al año anterior, con el precio del barril Urals bajando de 77 a menos de 63 dólares. Los ataques ucranianos a infraestructuras energéticas agravan la situación. El déficit presupuestario entre enero y agosto alcanzó 50.000 millones de dólares, empujando al gobierno a planificar subidas del IVA del 20 % al 22 %.
El Ministerio de Finanzas ruso confirmó que el déficit refleja tanto una caída en ingresos petroleros como un volumen récord de gasto en defensa y programas sociales vinculados a la guerra. Las autoridades mantienen la prioridad en protección social y defensa, aunque reconocen la presión creciente sobre el presupuesto.
Con la guerra en Ucrania entrando en su quinto año, la economía rusa está atrapada en un ciclo de estancamiento y costos bélicos que no ceden, mientras la clase empresarial muestra síntomas de desgaste pese a un optimismo cauteloso.
