La crisis en Madagascar se intensifica tras una semana de manifestaciones contra el presidente Andry Rajoelina, con miles de personas en las calles exigiendo su dimisión.
El 1 de octubre, nuevas protestas se registraron en varias ciudades del país, incluyendo un desfile masivo en Antsiranana y concentraciones en Tuléar. El movimiento Gen Z, impulsor principal de las movilizaciones, llamó a un “retiro estratégico de 24 horas” en la capital Antananarivo para preservar la energía de sus miembros, pero anunció que las protestas continuarían en otras regiones.
El centro de Antananarivo fue acordonado por las fuerzas de seguridad que usaron gas lacrimógeno para dispersar a grupos dispersos. Según la portavoz de la presidencia, Lova Ranoromaro, el movimiento está fragmentado y sin liderazgo claro que facilite el diálogo. Aseguró que las demandas sobre acceso al agua y luz ya fueron atendidas, aunque la “inestabilidad política” ha suspendido apoyos financieros cruciales.
El represivo operativo policial dejó al menos 22 muertos y cientos de heridos, según un informe de la ONU fechado el 29 de septiembre. Imágenes impactantes de un niño herido en el rostro el 1 de octubre circularon en redes sociales. El hospital principal de la capital confirmó que brindaba atención gratuita al menor.
En un intento por calmar la crisis, Rajoelina convocó una reunión en el palacio presidencial con representantes de la comunidad internacional, que terminó alrededor de las 19 horas locales sin anuncios significativos.
La oposición política se suma a la presión contra Rajoelina. Figura clave como Siteny Randrianasoloniaiko y el expresidente Marc Ravalomanana firmaron un comunicado conjunto con la plataforma Firaisankina. Más de 200 ONG locales también exigieron el fin de la represión y el respeto al derecho a manifestar. La Iglesia hizo un llamado a mediar, respaldando al Papa en su mensaje por la justicia y el bien común.
El descontento ciudadano se originó por cortes continuos de agua y electricidad, problemas que el gobierno atribuye en parte a la mala gestión y a la falta de financiamiento internacional debido al clima político.
Andry Rajoelina, de 51 años, ha estado en el poder casi 16 años en etapas intermitentes, incluyendo un primer mandato impuesto por militares entre 2009 y 2014 y dos elecciones recientes en 2018 y 2023 cuestionadas por fraude.
El principal sindicato de inspectores de trabajo y empleados de la sociedad nacional de agua y electricidad, Jirama, anunciaron huelgas en solidaridad con las demandas.
El ambiente sigue tenso en Madagascar, con el movimiento Gen Z usando símbolos de protesta globales —como la bandera pirata inspirada en el manga “One Piece”— para clamar “Rajoelina dégage”. La escalada no da señales de detenerse.
