Esta semana empezó el juicio contra Rosalía Soledad Paniagua, acusada del homicidio de Roberto Wolfenson, ingeniero electrónico hallado muerto en su casa del country privado La Delfina, en Pilar.
El caso conmocionó a la comunidad luego de que inicialmente se creyera que Wolfenson murió de un paro cardiorrespiratorio. Sin embargo, la intervención del fiscal Andrés Quintana reveló que había sido estrangulado. Esto abrió una nueva línea de investigación que colocó a Paniagua bajo la lupa.
La acusada, empleada doméstica del ingeniero, fue detenida tras hallarse su ADN debajo de las uñas de Wolfenson. Además, se encontraron indicios que la sitúan en la escena del crimen. Paniagua intentó involucrar a un tercero, apodado “Félix”, pero la Justicia descartó esa versión por falta de pruebas.
Desde su arresto, Paniagua ha solicitado recurrir a alguna medida para poder volver con su hijo de 2 años, pero la Justicia se lo negó y ahora enfrenta la posibilidad de una condena a prisión perpetua.
El botín del robo inicial incluyó un celular, un parlante, algunas cadenitas, 300 dólares y un candelabro, elementos que activaron esta investigación que atravesó distintas líneas hasta el armado del caso que se debate ahora en el Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de San Isidro.
El fiscal a cargo, Germán Camafreitas, presentará las pruebas clave, entre ellas el ADN y otros indicios forenses que podrían ser determinantes para definir la culpabilidad de Paniagua. El juicio promete revelar los detalles más oscuros de este crimen que mantiene expectante a Pilar.
La instrucción y el proceso judicial pondrán en evidencia la mecánica del asesinato y si Paniagua actuó sola o con complicidad, aunque hasta ahora ninguna prueba apunta a una tercera persona efectiva. La Justicia busca cerrar uno de los casos más resonantes del año en el conurbano norte.


































