Un clásico de la repostería turca que se volvió tendencia llega a las cocinas argentinas: los caramelos turcos o lokum. Se hacen con apenas cuatro ingredientes básicos – azúcar, almidón de maíz, agua y algún aroma como agua de rosas o limón -, en cuestión de minutos y sin gelatina animal. Ideal para quien busca opciones económicas y sencillas para sorprender con un postre diferente.
Este dulce tradicional tiene más de 500 años y nació en el Imperio Otomano, la región que hoy conocemos como Turquía. Su textura es blanda, gelatinosa y ligeramente elástica, lograda por la combinación del almidón de maíz con el azúcar y el agua. Esto la diferencia de los caramelos convencionales, que suelen usar gelatina.
La receta es simple y rápida, apta para todos los niveles de experiencia en la cocina. Además, permite variaciones interesantes como cambiar el azúcar impalpable por coco rallado, sumando sabor y reduciendo calorías. También es común agregar frutos secos como pistachos, nueces o almendras para enriquecer el resultado.
En Argentina, donde la cultura repostera tradicional apuesta fuerte por clásicos como el flan con dulce de leche o los panqueques, estas delicias representan una invitación a experimentar nuevos sabores y texturas. La expansión mundial de este dulce muestra cómo se adapta a distintos gustos, manteniendo su presencia en Europa y ganando popularidad en otros continentes.
Para aquellos que se animen, la receta original funciona como punto de partida para personalizar el caramelo según el gusto de cada hogar, sin complicaciones y sin gastar mucho. En un país que valora la economía doméstica y la practicidad en la cocina, los lokum caseros llegan para quedarse como una opción fiable y original.
