El reciente voto que le dio a Javier Milei más del 40% de los votos ratifica una Argentina fracturada, fragmentada y sin espacios comunes de encuentro.
La elección no responde solo a un respaldo racional, sino a una sociedad hiperindividualizada que encuentra en el discurso libertario una expresión directa. Esto sucede mientras la oposición, principalmente el Peronismo y Fuerza Patria, todavía no logra construir una propuesta clara que impulse un cambio profundo. En cambio, se muestran defensivos y centrados en detener el avance gubernamental, sin escenarios concretos para ofrecer alternativas.
El peso de la realidad económica está detrás del voto de muchos argentinos. La “estabilidad” prometida por el gobierno, basada en controlar la inflación mediante mecanismos que aumentan el endeudamiento de las familias, impone un costo inmenso. La deuda, formal e informal, condiciona la vida diaria y limita las posibilidades de un cambio real.
La democracia representativa en Argentina está en crisis: el acto electoral se reduce a un “día que define todo”, mientras que la participación sobre los temas reales del país es mínima. La fragmentación social, potenciada por redes sociales y algoritmos, impide el pensamiento colectivo y refuerza posturas individuales.
El gobierno de Milei avanza con un discurso unificado que impulsa el orden financiero vigente, acelerando procesos iniciados desde la última dictadura. Su programa es radical, pero mantiene ese sistema en el poder, aunque a un costo social brutal. En contraste, la oposición no logra o no quiere ser contracíclica: mantener lo existente es una defensa a medias que no resuelve la pobreza ni la desigualdad.
El resultado electoral deja en evidencia que no hay un adversario fuerte ni cohesionado frente al gobierno. Las denuncias sobre avances “inconstitucionales” y atropellos institucionales no logran traducirse en acciones efectivas para frenar la agenda oficial ni mejorar la calidad de vida de jubilados, trabajadores o estudiantes.
El desafío ahora es claro para las fuerzas opositoras: construir un proyecto genuino, que recupere y fortalezca la participación popular en todos los niveles y que plantee una economía y una política alternativas, alejadas del extractivismo y la primarización, con el foco en el desarrollo equitativo.
En palabras de poetas y pensadores latinoamericanos, Argentina necesita “mudar la piel”, un cambio profundo. La “fractura” social se expresa en el fenómeno Milei, pero con ello también queda expuesta la necesidad urgente de volver a crear puentes en una sociedad que está rota en su tejido cultural y político.


































