Los influencers que no existen pero acumulan millones de seguidores y contratos millonarios son la nueva revolución en redes sociales.
Personajes como Lil Miquela, una influencer digital creada en Los Ángeles, lideran este fenómeno. Con más de 2,4 millones de seguidores en Instagram, y habiendo trabajado con marcas globales como Prada, Calvin Klein y Samsung, Miquela cobra hasta US$70.000 por publicación. Aunque no es persona real, protagonizó campañas, revistas y videos musicales, logrando un nivel que antes solo alcanzaban humanos famosos.
El salto a la inteligencia artificial es el nuevo negocio para marcas y agencias. En España, la agencia The Clueless lanzó a Aitana López, la primera influencer virtual creada íntegramente por IA con casi 380.000 seguidores. Diana Núñez, CEO de The Clueless, dijo que la IA eliminó “la dependencia de personas con egos o demandas económicas excesivas” y logró una relación más rápida, flexible y económica para las marcas.
Los influencers generados por IA no se enferman, no tienen mala cara ni días malos. Publican con precisión, adaptan el mensaje y hermetizan el contenido, evitando controversias y garantizando control absoluto para las marcas, explicó la consultora en IA Camila Manera.
El fenómeno impacta directamente el marketing tradicional. Antes, negociar con influencers humanos implicaba demoras, agentes y costos altos. Ahora, las marcas programan el tono, look y frecuencia del contenido, logrando un producto publicitario diseñado para retener al algoritmo.
Un dato clave: estos perfiles alcanzan niveles de engagement superiores a los de humanos. Los algoritmos de Instagram, TikTok y YouTube priorizan el contenido que retiene audiencia, multiplicando el alcance de estos personajes digitales. No importa que sepamos que son falsos, los usuarios les escriben mensajes reales, los siguen, valoran y forman una especie de conexión emocional con ellos.
“Lo que importa es cómo nos hace sentir, la empatía sigue siendo humana, aunque se proyecte en una ficción”, explicó la antropóloga Mónica Montero.
El futuro del marketing de influencers ya no es humano, es digital y programado. La nueva frontera, según la experta en IA Ariana Stolarz, serán sistemas que pongan a prueba a las marcas con inteligencia aún más avanzada.
En resumen, la publicidad digital ya no vende productos, vende una ficción perfecta y pulida, hecha para dominar la atención y el dinero de las marcas. Y ese contenido de fantasía no parece tener techo.
