Fernando Peña López nació en Málaga pero lleva en el corazón al Deportivo La Coruña. Su pasión por el club gallego no es casual: desde niño sintió un fuerte vínculo con A Coruña, la ciudad del club que sigue a muerte desde los 11 años cuando asistió por primera vez a un partido en Riazor. “Si hubiese ido a otro estadio quizá habría sido de otro equipo, pero por suerte tocó este”, dice.
Este fin de semana, el Deportivo visita Málaga, la ciudad de origen de Fernando. Para él, el partido es más que un clásico: “Para mí es como un Madrid-Barça, se me paraliza la cabeza. Pero el Dépor siempre, no me vale otra cosa que no sea ganar”. Aunque reconoce un cariño especial por el Málaga, nada se compara con su devoción blanquiazul.
Fernando no solo vive la pasión en solitario. Desde hace años viaja con la peña Al Sur de Riazor, con base en Granada, que organiza viajes a partidos en toda España facilitando la experiencia. Antes se las arreglaba solo, ahora es parte de una comunidad que comparte el mismo amor por el club coruñés.
Sus recuerdos más vívidos son partidos inolvidables, como aquel debut en Riazor con un 2-0 a Osasuna, marcador que aún guarda grabado en su memoria, o la dura final de ascenso a Primera RFEF contra Albacete, a la que asistió dejando sus exámenes de universidad de lado. También rememora el histórico ascenso del 12 de mayo que no quiso perderse a pesar de un bautizo familiar, incluso pagando un avión para llegar a tiempo y celebrar la vuelta del Deportivo a la élite.
La pasión por el Deportivo es un legado familiar. Su abuela, socia y fiel deportivista, abrió una cafetería en La Marina que lleva más de 50 años y que guarda anécdotas históricas del club, como viajes a partidos emblemáticos. “Ella es más lendoirista, pero los dos estamos locos por el Deportivo de verdad”, dice Fernando.
Este fin de semana, en Málaga, la mezcla de emociones rodea a Fernando. El reciente pique entre hinchadas lo hace estar alerta, pero no piensa dejar de mostrar su amor por el club gallego, incluso si la semana del partido evita usar la camiseta para no llamar la atención.
El vínculo entre una ciudad que lo vio nacer y un equipo que lo hizo hincha es fuerte. Fernando Peña es ejemplo de cómo la pasión trasciende fronteras y generaciones, y cómo un club puede unir a su gente aunque estén separados por kilómetros y décadas.
