Una megaoperación policial en una favela de Río de Janeiro dejó más de 130 muertos y al menos 228 detenidos, según informes de última hora. Incendios se registraron en zonas afectadas mientras familias bloqueaban autopistas para huir de la violencia.
El gobernador de Río, Claudio Castro, de alineación conservadora y cercano a Jair Bolsonaro, calificó el operativo como un “éxito” y afirmó que “las únicas víctimas fueron policías”, contradiciendo la cifra de víctimas fatales reportadas por fuentes locales.
Castro aseguró además que solicitó asistencia federal, incluyendo vehículos blindados del Ejército y la Marina, en tres ocasiones y que fue ignorado por el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. “Esta es una guerra que sobrepasa lo que el Estado debería enfrentar solo”, dijo.
El operativo estaba dirigido contra el clan criminal Comando Vermelho, principal actor en la violencia de Río. El gobierno local dijo que la intervención busca desarmar a la organización, pero analistas interpretan las declaraciones de Castro como un movimiento político en vísperas de las elecciones del próximo año.
El ministro de Justicia y Seguridad Pública, Ricardo Lewandowski, respondió que el gobierno federal podría intervenir si el estado no controla la situación. “Si el gobernador siente que no tiene condiciones, tiene que pedir activación de la Garantía de Ley y Orden o una intervención federal”, advirtió.
Los operativos en las favelas recurren a tácticas extremas que han generado críticas nacionales e internacionales. Mientras el gobierno local festeja un resultado “histórico”, el saldo humano vuelve a poner en el centro del debate la violencia en Río y la respuesta estatal.


































